A LA MARCA, EL ALMA NO SE LA DA UNA INTENCIÓN -PROPÓSITO-, SE LA DA UNA MOTIVACIÓN –‘LA CHISPA’-.

A LA MARCA, EL ALMA NO SE LA DA UNA INTENCIÓN -PROPÓSITO-, SE LA DA UNA MOTIVACIÓN –‘LA CHISPA’-.

Soul, la última película de Pixar toca el tema del alma. 

(No hay spoiler)

Un profesor de música tiene la oportunidad de su vida pero sufre un accidente y muere. Se encuentra en un lugar en el que las almas se preparan para ocupar cuerpos físicos y para ello necesitan rellenar ‘huecos’ en una especie de salvoconducto. El protagonista quiere hacerse con uno para recuperar su cuerpo, pero para ello necesita ayudar a un alma a que rellene todos los ‘huecos’ y hacerse entonces con el pasaporte.

El último se rellena cuando el alma encuentra ‘la chispa’, que es lo que le mueve. Su pasión. Hasta que no la encuentra, el alma no está preparada para vivir.

En un momento dado, el músico llega a la siguiente reflexión: 

“Tu chispa no es tu propósito. El ultimo hueco se llena cuando estas preparado para vivir…”

Me encanta porque está marcando una diferencia entre el propósito de la marca y lo que le da el alma a la marca.

Hace ya 8 años puse un letrero en la oficina con una palabra iluminada: ‘Propósito’. Me acogía a una emergente corriente de la transformación digital que apelaba a la intención de las marcas, a su contribución al mundo.

Con el tiempo y el manoseo del concepto, se ha ido desvirtuando y algunos lo entienden como una RSC a la que le haces un lifting, otros directamente mencionan la misión de la compañía e incluso algunos enarbolan una gran causa que nada tiene que ver con la actividad de la organización.

Los propósitos se están diseñando mirando para adelante. Son voluntaristas. El problema es que un propósito no se puede manufacturar sin tener en cuenta la historia, la cultura, los vicios y los instintos arraigados en la organización. Un propósito debería ser una proyección de la motivación real de la organización. Si no, no es creíble.

El propósito se diseña. El alma se tiene.

Por eso me gusta más este concepto de ‘la chispa’. Una marca está viva cuando se cree lo que dice. Una marca tiene alma cuando tiene una pasión y una pasión no se construye siguiendo un check list: ‘contribuye a un mundo mejor’ ☑️.

Una pasión no se describe, se vive.

Porque la chispa no se encarga a una consultora, se tiene. Solo hay que desvelarla. 

No todas las marcas que tienen propósito tienen alma

Es por ello que no todas las compañías tienen alma aunque tengan un propósito redactado en un powerpoint. Pueden tener una buena intención social e incluso creérsela y accionarla, pero solo será ‘chispa’ cuando no haga falta explicarla, cuando sea algo tan natural que cualquier persona que llegue a la organización se vea arrastrado sin darse cuenta.

He tenido la oportunidad de trabajar en una compañía con esa ‘chispa’, con un alma que se vivía de forma natural. Solo cuando leí la biografía de su fundador tras 10 años, le pude poner palabras. Porque hasta entonces, simplemente la sentía.

La confianza se basa en la capacidad de predecir el comportamiento del otro y yo no confío en tus planes, sino en el histórico tus acciones. Sin embargo, los propósitos como se están definiendo actualmente, son un compromiso a futuro, por lo que no garantizan confianza ninguna. Sin embargo, confiamos cuando percibimos un comportamiento instintivo y recurrente en el pasado. Si una pasión es aquello que, aun cansado y frustrado sigues teniendo ganas de hacer, me la creo en tus actos no en tus promesas.

Obviamente, el no hacer mal a los demás, no dañar el planeta e intentar que la sociedad sea mejor, deben ser parte de ‘la chispa’. Son condiciones necesarias básicas, pero no te dotan de alma.

Una marca puede tener alma sin tener propósito

No todas las marcas con propósito tienen alma, pero creo que una marca puede tener alma sin tener propósito. Un artesano que no contribuye a un mundo mejor pero pone toda su pasión en cada mueble que hace, tiene alma. Una compañía que decide virar a la sostenibilidad porque ‘es lo que tiene que hacer’, carece de alma.

En la película hay una secuencia en la que el protagonista le pregunta al barbero: “Me pregunto ¿por qué esta silla me hace contarte cosas, Dez?”

A lo que éste responde: “Es la magia de la silla, por eso amo este trabajo. Conozco personas interesantes como tú, los hago felices y guapos. Puede que no haya inventado las transfusiones de sangre, pero, definitivamente estoy salvando vidas

Y es que la chispa no es megalómana, no tiene por qué trascender y hacer historia. La chispa es íntima. La chispa no se enuncia, se vive. Igual es pequeña en su impacto, pero le da vida a la organización.

La chispa no tiene que gustar a todo el mundo, solo tiene que tener verdad

En otro momento, un alma resabiada le pregunta al protagonista: “Joe, llevo aquí muchísimo tiempo y nunca he visto nada que me haga querer vivir. Luego tú apareciste. Tu vida es triste y patética. Aún así te esfuerzas tanto por volver a ella. ¿Por qué?”

Porque ‘la chispa’ no está referenciada por los estándares del éxito ni por las expectativas del consumidor, es una cosa íntima, es una pasión.

Definitivamente, creo que el propósito sin alma, es tan solo una intención

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