AL FINAL, LA REALIDAD SE IMPONE

AL FINAL, LA REALIDAD SE IMPONE

Todos  somos creativos… o creadores

A todos nos piden, en una u otra medida, que creemos algo;
una campaña, un nuevo producto, un enfoque legal, un planteamiento de trabajo,
un concepto… y para todo proceso creativo es necesaria la inspiración.
Para James Young Webb, una idea no es más que “una nueva
combinación de viejos elementos
”. Dice que para ello hay que tener viejos
elementos, ser curioso, profundizar en las cosas, etc. Después hay que tratar
intensamente de forzar la conexión entre estos viejos elementos para
posteriormente buscar en la desconexión la activación de nuestro hemisferio
derecho. Tras ello, aparece la idea.
Ya solo queda aterrizarla.
Y es aquí donde me voy a parar.
Las primeras fases son más evidentes. No garantizan buenas ideas,
pero es el proceso que hay que seguir. Si quieres que tus ideas sean buenas,
sigue la teoría de Leon Paul Fargue: “para tener una buena idea solo hay que
tener… un montón de ideas
”, porque el entrenamiento es lo que mejora el
proceso.

El aterrizaje forzoso de las ideas

Pero voy al aterrizaje.

Yo siempre lo represento con una foto de un aterrizaje
forzoso, porque hay que tener presente que la mayoría de las veces las ideas no
son implementables en la realidad. A la realidad no le importa mucho el
esfuerzo
o el cariño que le pongamos a la concepción de la idea. Como estamos
de citas, me acuerdo de mi amigo Andrés Aberasturi hijo parafraseando a su
padre: “al final, la realidad se impone

El inspiradicto

Y es que vivimos una época que nos esta llevando a la
aparición de un prototipo: El inspirado crónico.
Es este chaval -y no tan chaval- que asiste a toda conferencia
interesante que se le cruza. Es un fijo en El Ser Creativo. Se ha descargado
la app de TED talks para poder descargarse las charlas y verlas aunque esté en
el avión. En casa se le apilan los libros interesantes generándole un poco de
ansiedad por no poder leer más y más rápido. Y en los ratos libres, le gusta
rodearse de gente interesante con la que poder tener conversaciones retadoras.
El tipo está on fire, en una efervescencia inspiracional fuera
de lo normal
El problema es que este chaval -y no tan chaval- que les
habla, se ha olvidado de una pequeña cosa.
Si, se ha olvidado del aterrizaje.
Estamos creando una generación de personas que nos
regodeamos en el estado de inspiración olvidándonos de que la inspiración, las
ideas, no tienen ningún valor si no las aplicamos. Especialmente frustrante es
cuando esto afecta a las actitudes, porque vemos un montón de gente con un
discurso muy bien armado, pero con gran incongruencia en su comportamiento.

El buen uso de la inspiración

Pues bien, desde la frustración, propongo las
siguientes reflexiones:
1. Agradezcamos su trabajo a los conferenciantes, la gente
de TED, de ESC –gracias Elisabeth y familia Igartúa-, a los que escriben libros
y a los que les gusta “hacer guantes” con las ideas, pero agradezcámoselo como
más les gratificaría a ellos
, haciendo que sirva para algo
2. Después de cada vez que nos sintamos inspirados,
depuremos la inspiración. Saquemos una sola intención, solo una, y apliquémosla
en la práctica en la siguiente semana una, dos, tres o quince veces, hasta que
sintamos que la hemos incorporado a nuestra conducta y después, podremos pasar
a la siguiente inspiración
No olvidemos que, para que el conocimiento sedimente en
nosotros, hay que hacer una pausa en el proceso de aprendizaje. Mi
recomendación: deporte y amigos, pero haga lo que le de la gana.
3. Activemos los mecanismos de autodetección de
incongruencias. Los solemos tener atenuados por el instinto de supervivencia.
Es duro, ya lo se, pero nos ayudará a mejorar
Espero que esta reflexión no haya inspirado a mucha gente
sino que los haya frustrado, porque el inspirado seguirá haciendo planes para
el futuro pero el frustrado no dejara pasar un día sin tratar de cambiar
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