CÓMO PIENSA UN POLÍTICO, CÓMO PIENSA UN GESTOR

CÓMO PIENSA UN POLÍTICO, CÓMO PIENSA UN GESTOR

Son dos cosas totalmente distintas.

La gente tiene marcos mentales que procesan la información de forma diferente. Es aquello de “para un martillo, todo son clavos”. No es una cuestión de mala intención o de incompetencia, es que todos pensamos bajo nuestro propio patrón mental.

Descifrar el patrón mental del otro es un ejercicio de empatía cognitiva que resulta muy interesante, sobre todo porque permite comprender al otro, supera prejuicios y facilita la comunicación.

Últimamente he tenido contacto con políticos y he de decir que resulta difícil entenderse con ellos. La reacción fácil es la de despreciar la forma en que operan y atribuirlo a que viven fuera de la realidad o que solo van a intereses políticos. Normal. Es que son políticos.

La cuestión es que me ha permitido sacar cuatro claves que me hace comprenderlos un poco mejor y que ahora comparto aquí.

Tratan de contentar a muchos

Una vez, uno de comercial me llamó apretando las tuercas sobre un problema que no era tan importante. Recuerdo que le dije: “No te voy a discutir que me aprietes tanto, porque la compañía te pide que en la calle vayas a por todas, pero centrémonos el buscar una solución sensata”. Y es que los comerciales tienen que ir a por todas todas las veces y para ello se les entrena. ¿Quién les puede culpar de actuar así siempre?

Pues los políticos igual. En cuanto tienen un proyecto entre manos, buscan cómo se puede agradar a cuanta más gente mejor. Aunque haya que desnaturalizar la esencia del proyecto para que un colectivo más se sienta agraciado.

Por el contrario, los perfiles gestores buscamos el mínimo agravio posible. Intentamos que la menor gente posible se vea perjudicada con nuestras decisiones.

Para entenderse con ellos, hay que poner en la mesa dónde establecemos el límite de goodwillingness del proyecto.

Quieren hacer muchas cosas

Cuando un político recibe un presupuesto lo fragmenta al máximo y lo reparte entre muchas acciones, muchísimas. En los informes debe haber abundancia

El gestor, por el contrario, trata de hacer pocas cosas pero bien hechas. Invierte más en calidad que en cantidad.

No se entienda como un desprecio, sino como una consecuencia de su función pública: llegar a gran parte de la población.

Trabajan sobre lo aprobado

Una de las diferencias más importante es que el político construye sobre lo que está aprobado. Tendrá muchas reticencias a cambiar lo que ya está aceptado porque la política se mueve en una maraña burocrática y decisional que hace realmente difícil avanzar y, una vez dado un paso, pensar en volver atrás se hace muy duro.

Por eso, en lugar de culparles por su falta de flexibilidad para hacer replanteamientos, comprendamos el porqué de esa rigidez y busquemos soluciones con todos los enfoques posibles.

El otro día estuve en un coloquio con un político que defendía la inversión en cultura para el crecimiento económico de una región. En ‘cutura’ incluía el patrimonio artístico, el cine, la música folclórica y moderna, etc.

Se me ocurrió preguntarle si no hacían la diferencia entre ‘cultura’ entendida como aquellos elementos que definen la identidad una sociedad en cada momento de su historia y ‘entretenimiento’ como aquella actividad destinada a atraer la atención y el tiempo de una audiencia. Todo ello siendo la segunda la que realmente genera negocio e industria y la primera siendo una fuente de inspiración y referencia pero que no genera tanta riqueza económica por si misma.

La respuesta fue: “Bueno, en el concepto de economía naranja que es el que está aprobado, no se refleja esa diferencia”. Para mí sonó a: “Mira guapo, ¿tu sabes lo que nos ha costado ponernos de acuerdo en invertir en ‘cultura’, sea lo que quiera Dios que sea? Estamos como para volver atrás para ponernos de acuerdo en comprender qué es y dividirla conceptualmente”.

Lejos de culparle, comprendo su framework mental.

Desgraciadamente, hoy no vengo con soluciones. Al menos aquellas que el sistema pueda comprender.

Subvención vs Inversión

Si tomamos el ejemplo anterior, podemos ver otra diferencia. En ese caso, el político piensa en términos de subvención. El gestor en términos de inversión.

Me explico.

Si la ‘cultura’ es una manifestación identitaria que enriquece a la propia sociedad en mucho aspectos y además alimenta la personalidad de la producción de ‘entretenimiento’, está claro que hay que preservarla, aunque no sea rentable per se. En el caso del entretenimiento, su vocación debería ser la rentabilidad y el dinero público debería ser un apoyo financiero con expectativas de retorno. Otra cosa es que el retorno lo uses para aplicarlo a subvenciones.

Siento decirlo, pero cuando he trabajado con subvenciones públicas, nunca he percibido tanto rigor en la interpretación del retorno como en la empresa privada.

Por ello, y caricaturizándolo un poco para que se entienda, la diferencia que percibo es que el político pone más foco en la distribución del presupuesto y el gestor pone más foco en la expectativa de retorno.

Conclusiones

¿Los políticos son gestores de lo público? En mi opinión, no. Funcionalmente sí, porque la función es la gestión. Pero la forma de interpretar esa función es la de la naturaleza política.

Por otro lado, ¿los gestores de la empresa privada son solo gestores? Pues en mi opinión, tampoco. Porque la empresa ha adoptado algunos dejes electoralistas en sus dinámicas de promoción.

Un director de marketing, si quiere crecer, tiene que tratar de contentar a cuantos más stakeholders de internacional mejor, debe aparentar que hace muchas cosas con pocos recursos, le cuesta mucho replantear lo ya aprobado y, por miedo a que los resultados fallen, acaba poniendo más foco en el planteamiento de reparto presupuestario que en el análisis del retorno…

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