“COMO YO SIEMPRE DIGO” Y OTRAS AUTOCITAS

“COMO YO SIEMPRE DIGO” Y OTRAS AUTOCITAS

La cita sirve para avalar un comentario. 

Cuando te remites a una cita, lo haces porque el hecho de que otro autor -premio Nobel, pensador griego o gurú consagrado – opine como tú o tenga una opinión que sirva de hilo para tu razonamiento, valida tus argumentos. No eres el único que lo dice. Porque si también lo dice Fulano, no es ninguna ocurrencia, es un argumento brillante que te pone a su nivel.

Por lo tanto, cuando te autocitas es como decir “esto es brillante porque lo he dicho yo”. Es darse like a uno mismo. Es patético.

Ahora, que levante la mano el que no lo haya hecho nunca… Yo no puedo

Solo a modo de auto-recordatorio, me voy a apuntar tres modos de autocita para que me salte una alerta cuando me vea en ello.

El más venial formato de autocita es la republicación. 

Es cuando hago un comentario para un medio y lo republico en mi timeline como considerándolo un contenido que nadie debería perderse. La cosa no es importante aún, está bien hacerlo. Pero se pone fea cuando solo aparece junto a otros retweets de Seth Godin, Malcolm Gladwell o similar y nos pone a todos al mismo nivel. Uno detrás de otro. En el mismo timeline. Toma ya.

A ver, estoy exagerando. Esto no es grave, pero sí es la antesala del podcast y eso puede ser terrible. Cuando te sacas el carnet de podcaster, te enseñan los tres puntos básicos del buen podcast de autor:

· Intro engolada, lenta y larga con pretensiones poético-literarias

· Competir con el entrevistado. Hay que quedar por encima de él. Es tu podcast, no el suyo.

· Da igual que sea física nuclear o arte contemporáneo, tienes una opinión para todo

Con esto ya eres podcaster y puedes repostearte en todas tus redes.

Las preguntas-ponencia con su derivada, los comentarios-post

El diálogo es un mito. No existe. Estas enganchado en un webinar con unos ponentes superinteresantes. El tema da para mucho y tienes ganas de escucharles más. Entonces agarra el micro un tipo que se lanza con una perorata que se come 12 de los 15 minutos de preguntas con una opinión expresada como verdad absoluta y termina cerrando con “…y quería compartir esto”. Toma ya. Se habrá quedado a gusto, pero a mi me ha robado 12 minutos de un gran ponente.

Su derivada son los comentarios a publicaciones que según aparece el ‘ver más…’ ya sabes que se trata de un tocho. Claro, por educación, te obligas a leerlo y la mitad de las veces te das cuentas de que tu artículo era irrelevante. El tipo hubiese soltado su chorreo a cualquiera que mencionase la palabra ‘diversidad’ -o cualquier otra-.

Esto ocurre mucho en la típica conversación picadita de whatsapp, en la que aparece un enlace a un post del blog del que lo envía que requiere 6 minutos de lectura, sacando a todo el mundo del hilo. 

El ‘yo lo llamo así’

Por último, está el Belén Esteban. La reina del pueblo suele recurrir al “yo me entiendo” cuando se ve acorralada. El problema es que cuando comunicas, no se trata de que te entiendas tú, sino de que te entienda el otro

El forzar a la audiencia a que se acoja a tus códigos lingüísticos cuando no se te entiende es otro ejercicio de egocentrismo y falta de generosidad con ellos.

Como dice Seth godin…

Y termino ya. Porque como dice Seth Godin, escribir corto es un acto de respeto al tiempo de tu audiencia. 

Bueno, no lo dice, pero lo hace

Y necesitaba citar a alguien para reafirmarme 

.

.

.

Post navigation