Hay un proverbio en mus que dice: “Despues de visto, todo el mundo es listo”.
Eso es lo que hacemos los que queremos parecer listos comentando hechos de actualidad. Nos podemos permitir simplificar porque no tenemos que afrontar las complejidades. Nos podemos permitir analizar racionalmente las cosas porque no vivimos la tensión del momento. Y nos podemos permitir analizar las variables conocidas, descartando la infinidad de variables que inciden de forma significativa en el problema.
Dicho esto, voy a hacerlo.
Lo voy a hacer aplicando la metodología de análisis de la comunicación emocional, aplicándola a la comparecencia del presidente del Barça para explicar el caso Negreira.
Quien no conozca la historia, tampoco creo que este texto le aporte mucho. Sin embargo, trataré de sacar conclusiones generales para este tipo de situaciones en otros contextos.
La metodología consiste en responder a algunas preguntas:
¿Qué pretendes conseguir?
Lo primero que hay que acotar es qué quieres conseguir.
El objetivo actual parece ser algo así como «convencer a la gente de que no se hizo nada mal».
El problema es que nadie nunca hace todo bien. La defensa de la perfección absoluta tiene las patas muy cortas.
Se puede generar un clima de polarización para que, al menos, unos cuantos -o unos muchos- estén a nuestro favor. Está bien cuando se trata de un tema político y hay opiniones, pero no decisiones.
El problema es que este es un asunto judicial. Es decir, no se va a quedar en la opinión de la gente sino que alguien con un poder determinado va a tomar una decisión que te va a afectar. No quedará en una balanza de ‘a favor’ y ‘en contra’. Habrá una sentencia y consecuencias económicas y competitivas.
Cuando se trata de un tema judicial -en las competencias que sean- deberías dirigirte o al decisor o, como mucho, a la opinión pública para que lo presione. Porque tu objetivo debe ser que la sanción sea la menor posible, no que te den por c**o pero que haya mucha gente enfadada.
Y este es un asunto que condiciona toda la estrategia: hay que influir en el decisor a través de la opinión pública de todos, no solo de los radicales a favor.
Esto implica abrir puertas, facilitar vías de escape. Los pagos al vicepresidente de los árbitros no hay por dónde cogerlos, es una batalla perdida. Pero aún hay batallas importantes que podemos vencer como que no nos expulsen de la Champions League y que la sanción nacional sea la menor posible.
La reputación, siendo una batalla importante, puede trabajarse más adelante. Ahora urge evitar sanciones.
¿A quién te diriges?
En este caso, el presidente Laporta se dirigió a su hinchada y, por extensión, a catalanistas y antimadridistas. Es decir, a los fieles, a los más afines. Que si es un ataque a un símbolo independentista, que si el Madrid es el equipo del Régimen, que si es una conspiración de La Liga…
Recuerda, esta estrategia es útil cuando se trata de temas políticos. Polariza a los tuyos para potenciar un discurso alternativo equilibrando la balanza.
Cuando no es algo opinativo, te diriges a un público más amplio que los tuyos.
¿Qué idea quieres cambiar?
Este aspecto es clave. La idea de “no hice nada mal” es endeble. Además, es subjetiva. Las ideas vinculadas a convicciones son difíciles de manejar, y necesitas cambiar las ideas de otros -decisores y sociedad-, no reforzar las de los tuyos.
La estrategia, en estos casos, es despiezar el problema. Ahora mismo, si obligas a la gente a juzgar el caso en global entre un ‘bien’ o un ‘mal’, estás perdido.
Sin embargo, si despiezamos el problema, habrá elementos en contra, pero también a favor:
· “Los árbitros estaban comprados”. Salvo sorpresa, es algo que no se podrá demostrar porque no hay una línea de causalidad ni si quiera probable, y mucho menos demostrable. Aquí hemos ganado. Si nuestro objetivo es que la sanción sea la menor posible, tratar este asunto por separado es una victoria segura. Es más, nos conviene que se focalice la conversación en esto, porque ni hay pruebas ni parece que sucediese de una forma tan grosera.
· “Se pagó a Negreira para que influyese en los árbitros”. También es difícil de demostrar. En algún momento, el propio Negreira declaró que los pagos eran para “asegurar la neutralidad”. Puedes apoyarte en esa declaración para alegar que, efectivamente, lo hacías para “asegurarte de la neutralidad”. Es un matiz, pero la primera frase implica intervención y la segunda auditoría. Le pagabas para que te dijese, de forma objetiva, si los arbitrajes eran justos o no porque tú estabas sesgado.
· “Se pagó al vicepresidente del Comité Técnico de Arbitraje”. Aquí está la clave. Es lo único que no puedes negar como tal. Por lo tanto, aquí hay que sacrificar algún peón. Laporta incidió en la existencia de un departamento de compliance, como si su mera existencia garantizase su buen funcionamiento. La idea a cambiar aquí, es que no falló el club, ni la directiva, fallaron los mecanismos de control. Falló una parte del todo, pero no el todo.
¿Quién es el malo?
En todo relato hace falta un malo. En este caso, sin personalizar en alguien concreto que se pueda revolver en tu contra, está bien malificar intangibles como ‘los mecanismos de control’. A la hoguera con ellos.
Acuñar y machacar este marco lingüístico, permite trasladar el significado de la mala praxis a un significante etéreo y ajeno al que se puede culpar.
Obviamente, hay una parte de incompetencia a asumir, pero mejor sacrificar una parte que el todo. Asumamos errores por torpeza, que la polarización -que es política- mantendrá el respaldo popular que nos servirá más adelante permitiendo centrar el foco en las batallas que tenemos ganadas.
Luego sí. Metemos al régimen y al anticatalanismo. Pero eso ya es para la batalla emocional.
¿Qué emoción quiero cambiar?
Hay sensación de injusticia. Con sus derivadas impotencia, frustración y, de una forma más activa, ira. La ira es peligrosa porque es una emoción negativa y activa.
Podemos lograr tranquilidad, que es una emoción positiva, aunque pasiva. No avanza a nuestro favor, pero detiene las cosas que vienen en nuestra contra. No es una victoria, es un empate. Pero es que vamos perdiendo y no se pueden meter dos goles en un mismo penalty.
Para ello, la mejor opción sería asumir los errores en la gestión, asumir los fallos en los ‘mecanismos de control’ y dimitir. Cuando la prensa barcelonista titula “Con uñas y dientes”, parece que lo que defiende Laporta con uñas y dientes no es al Barça, sino su asiento. Según se sucedan las malas noticias, la gente te acabará culpando de usar al Club para mantenerte en tu sillón.
Puede ser una maniobra arriesgada -por eso me puedo permitir contemplarla-, pero la dimisión y convocatoria de nuevas elecciones produce un efecto ventajoso. Al cambiar el contexto, cambias el marco de comunicación. En la re-elección sales del ámbito jurídico y pasas al político, con lo que tu audiencia vuelve a ser la afín -votan los socios, que son los más militantes de entre todos los aficionados- y la polarización, aquí sí, vuelve a ser efectiva. No pongo la mano en el fuego, pero tengo la sensación de que no le iría tan mal retomando sus tono de comunicación populista y ventajista a la par que eficaz.
¿Quién es bueno?
Muy bien. Paramos la hemorragia. Pero nos queda un puntito para lograr nuestro objetivo: minimizar las sanciones.
Para ello, buscaremos poner en el sitio del bueno a alguien que sea creíble como bueno.
Por supuesto que la parte polarizadora incluye al Mes que un club, al catalanismo, al antifascismo, etc. Pero en un segundo término.
El verdadero bueno debería ser EL AFICIONADO. Con mayúsculas. Tu objetivo es minimizar las sanciones y la estrategia de comunicación puede usar a la gente, a las personas, como escudo humano. “No estáis sancionando a un ente. Estáis sancionando los sueños y las ilusiones de millones de personas. Todo por culpa de errores de personas concretas, que ya han asumido sus errores en la gestión de los mecanismos de control. Errores que estéticamente son injustificables, pero que queda claro que no tuvieron incidencia en los resultados. El Club es la gente y la gente es inocente. Si hay que depurar responsabilidades, se hará en los despachos, pero no sancionando a los aficionados ni a los jugadores, que ni se beneficiaron ni nada supieron del asunto”
Arriesgado, pero creo que lograría los objetivos.
Pero para eso haría falta ser muy barcelonista. Habría que ser Mes que un president.
Conclusiones:
· Cuando algo no es opinativo, te diriges a un público más amplio que tus fieles.
· Consolida las batallas perdidas y trata de ganar la guerra con las batallas que tienes a favor.
· Descompón las ideas para acotar los problemas.
· Malifica intangibles, no suelen contestar.
· Un sacrificio para cambiar el marco emocional, te puede permitir jugar en otra regla con otras reglas.
· El bueno, siempre, son las personas…
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