NO HAY CREATIVIDAD NI ESTRATEGIA PORQUE NO HAY CONCEPTO

NO HAY CREATIVIDAD NI ESTRATEGIA PORQUE NO HAY CONCEPTO

Existen conversaciones conceptuales o ideológicas y conversaciones prácticas u operativas.

Las primeras se refieren a la representación abstracta de las cosas, hablan en genérico y abren más preguntas sobre las preguntas. Las conversaciones creativas y estratégicas son conceptuales.

Las segundas se refieren a lo específico, tratan de aterrizar las cosas lo más rápidamente posible y concretan las opciones. Las conversaciones operativas y decisorias son prácticas.

El concepto necesita práctica y la práctica necesita estar alineada con un concepto

Ambas conversaciones son necesarias porque ambas se complementan. Un concepto que no se lleva a la práctica es como si no existiese. Por otro lado, la operativa que no tiene fundamentos ideológicos es una operativa incoherente, sin rumbo.

El comunismo es un concepto que no tiene en cuenta que, en la práctica, el ser humano no es capaz de administrar los recursos comunes con ecuanimidad y justicia. Además, no se puede obviar que en la práctica, el poder corrompe. Es un concepto sin aplicación práctica, por eso nunca se ha podido aplicar con éxito.

En el otro extremo tenemos a la operatividad sin concepto. Por ejemplo; un partido político sacó un slogan en las últimas elecciones municipales: “gobernamos para la mayoría”. Es un mensaje que solo piensa en modo operativo para intentar captar votos, pero se olvida de que el concepto de democracia implica “gobernar para todos” y no solo para “la mayoría”. No han entendido el concepto de democracia.

Lo uno sin lo otro es igual de absurdo que lo otro sin lo uno.

Ni las mujeres ni los hombres pueden hacer las dos cosas a la vez

Hay una mala noticia. Igual que es muy difícil encontrar un futbolista capaz de ser un gran defensor y un gran atacante a la vez, es muy difícil encontrar a alguien capaz de pensar conceptual y práctico a la vez. Hay futbolistas de corte defensivo y futbolistas de corte ofensivo y hay ejecutivos ideólogos y ejecutivos pragmáticos.

El gran ego que tenemos los ejecutivos nos lleva a pensar que si que podemos hacer las dos cosas y, en realidad, es verdad. Se pueden hacer las dos cosas a la vez y mal.

La clave está en ser capaces de asumir nuestra naturaleza y ser coherentes con ella, pero tener la humildad de aceptar a gente que piense diferente alrededor nuestro para que la complementen.

La práctica se come al concepto

Pero hay un problema y es que la conversación pragmática se come a la conceptual. Igual que lo urgente se come a lo importante, cuando hay que elegir entre lo operativo y lo conceptual, se impone lo primero.

No se puede hablar de estrategia o establecer un proceso creativo sin recurrir a lo conceptual, sin embargo el pragmatismo nos lleva a hablar del día a día y de las cosas que se pueden hacer ahora, que son las que sabemos hacer, las de siempre. De ahí que triunfen el cortoplacismo y las inercias.

En la vida profesional, tendemos a aplastar lo conceptual con lo pragmático, porque preferimos que pasen muchas cosas, a tener que ser rigurosos.

Cuando el conceptual se hace una pregunta, el pragmático se apresura a dar una respuesta. Aunque no la haya, hay que darla. La empresa es así.

Al final, esa empresa que presume de transparente, siempre acaba metiendo letra pequeña porque prefiere sacrificar su discurso por un slogan más persuasivo.

Los conceptuales están en peligro de extinción

Lo peor es que, así como el idealista siempre va a depender del pragmático para que pasen las cosas, cuando un perfil operativo se hace con el mando, suprime todo rastro de conceptualismo.

Persiguiendo la practicidad, las marcas están muriendo por falta de personalidad, las culturas corporativas están muriendo por falta de propósito, las empresas están muriendo por falta de ideología, y las personas son infelices por falta de aspiraciones… y todo ello no son otra cosa que conceptos

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