CRÍTICA AL DATO

CRÍTICA AL DATO

Vivimos la era del dato.

Las decisiones tienen que estar basadas en datos. Si no, son opiniones.

Estoy de acuerdo.

Casi de acuerdo.

Me reservo un porcentaje de desacuerdo que traduzco en algunos puntos.

Me apoyo en la crisis sanitaria que vivimos, pero que es un perfecto espejo del manejo de datos que he visto cada día -y en el que he participado- en mi actividad profesional.

· Todos los datos son cuestionables

El número de infectados es un dato muy endeble. Depende de los tests que se hagan por disponibilidad de material, de a quién se le hace, de si se incorporan los diagnósticos por teléfono -que supuestamente también serían infectados-, incluso ahora ni siquiera los tests estaban homologados…      

Por otro lado, el dato tampoco es homogéneo con el de otros países que hacen más o menos tests que nosotros.

Ni siquiera el dato de fallecidos es robusto si comparamos con datos internacionales. Dicen ahora que en Alemania contabilizan los fallecidos por su patología previa y no por el Covid 19.

El dato sigue siendo la herramienta preferida por los políticos para hacer demagogia. Y no nos engañemos, en las empresas también hacemos política.

En publicidad, a un fallecido que sufre una septicemia que le provoca un paro cardíaco y además tenía coronavirus, lo contamos como tres fallecidos. Uno por cada causa.

· La interpretación de los datos lleva a error

Se habla de número de infectados, pero el dato que se maneja es el de tests que han dado positivo, que es diferente.

El otro día, sobre la grafica que ves, decían en la rueda de prensa oficial esa donde salen los expertos y los militares, que el número de fallecidos se había estabilizado -ya no muere más gente-. Es una barbaridad.  Ni siquiera se ha estabilizado el número de nuevos fallecidos -cada día muere la misma cantidad de gente-. Lo que se ha estabilizado es el crecimiento de nuevos fallecidos, que es algo totalmente distinto, muy lejos de las buenas noticias aún.

Si no sabemos interpretar los datos, tomaremos decisiones sin la solvencia que creemos -y decimos- que tienen. Imaginemos que levantamos restricciones bajo el argumento de que ‘se ha estabilizado el número de fallecidos’.

· Tardaríamos más tiempo en tener datos ciertos que en iterar soluciones

Llegar a un dato consistente y homogéneo es una tarea en sí, que requiere de rigurosos especialistas. Pero sobre todo de tiempo. Y, a veces, no tenemos ese tiempo. En determinadas circunstancias, puede ser más efectivo aplicar una intuición -ilustrada y experimentada- que esperar a tener el dato robusto. La agilidad nos permitirá ir rectificando la línea decisional según vamos consolidando el dato cierto. Lo que seguro que es peor es tomar decisiones fuertemente apoyadas en los cimientos de un dato endeble.

· El dato no toma decisiones 

El dato no habla. Cuando escucho a alguien decir que ‘el dato dice algo’ se me ocurre automáticamente una argumentación para que diga lo contrario. El liderazgo implica asumir la toma de decisiones. He visto directivos tirar los datos sobre la mesa como si fuesen runas que dibujan el camino a seguir.

Todo esto es tan solo una excusa para que la responsabilidad sea del dato y no nuestra.

En realidad no tengo nada contra el dato

En realidad, me doy cuenta de que contra el dato no tengo nada. Lo tengo contra los que lo manejamos con superficialidad y utilitarismo…

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