Vengo de las Conferencias de Patrocinio de InfinitC.
Dos días escuchando los proyectos de los mejores profesionales del patrocinio y la comunicación en España. Todo fenomenal, pero ha habido un punto de discordia que ha levantado la polémica.
Los eSports son lo que pasa al otro lado de la puerta cerrada de la habitación de tu hijo
Presentaron sus proyectos estrella Movistar y Orange. Consistían en el patrocinio de eSports y para entender el contexto vino Jordi Pomarol, CEO de la Liga de Videojuegos Profesional (LVP).
Los eSports son chavales que compiten jugando al Call of Duty o cualquier otro videojuego y que, en algunos países están congregando a 15.000 personas en un estadio para verlos en directo. En España ya tienen hasta un canal de televisión convencional propio. Los equipos profesionales –Sí. Profesionales- tienen entrenadores, ojeadores, nutricionistas y fisioterapeutas. Un flipe, vamos.
A lo mejor nunca has oido hablar de ello y te sorprende demasiado, pero créeme, es lo que pasa al otro lado de la puerta de la habitación de tu hijo.
¿pero son un deporte o no son un deporte?
Pero la polémica estuvo en si debía denominarse o no deporte a una actividad que fomenta el sedentarismo delante de una pantalla, que no tiene actividad física y que no tiene valores sino una función de entretener. Por el otro lado, argumentaban que se han implantado rígidos códigos de conducta y que la definición de deporte viene dada por el hecho de que en una actividad se compita por la victoria con un marcador.
El lío era curioso, porque si lo miras bien, estos ‘deportistas’ son profesionales y es cierto que mi profesión me hace estar delante de una pantalla de ordenador ocho horas cada día. Además, los deportistas profesionales no están sanos, no nos engañemos, les duele todo el cuerpo.
Ahora, también es cierto que el deporte se basa en que la actividad física te hace rendir mejor cognitiva y motivacionalmente.
Bueno, también es cierto que el videojuego es desestresante y eso también mejora el rendimiento.
…¡Ostras! ¡Qué follón!
Queremos tener una opinión sin reflexionar primero y que, además, sea una verdad absoluta
Todos los corrillos hablaban de ello en acaloradas discusiones que confrontaban posturas o en cajas de resonancia que reafirmaban una de ellas.
Bueno, a mí me la suda que se llamen eSports o eGames.
A donde voy es a que, cuando nos preguntan nuestra opinión sobre algo, nos ponemos la obligación de tener una y de tenerla inmediatamente.
Nadie nunca contesta: “No tengo un criterio aún, cuéntame el tuyo, voy a informarme y a debatir y en unos días tendré una opinión al respecto”.
Y lo que es peor, es que consideramos que una opinión, por ser nuestra, es una verdad absoluta.
Mi pauta de creación de opinión
Hoy he puesto en práctica lo que he decidido que voy a hacer cuando me enfrente a un asunto polémico y complejo. También lo haré cuando se trate de algo sencillo pero trascendente.
- Lo primero que haré será informarme. E informarme bien. Es decir, escuchar todos los puntos de vista de forma activa y sin prejuicios.
- Lo siguiente que haré es pasearme por los corrillos enfrentándome a las opiniones, tomando la postura opuesta. Vamos, a discutir por discutir. Me obligaré a generar argumentos en un sentido y otro, sintiendo lo que se siente en ambas posturas. Se llama empatía, por cierto.
- Finalmente, me quedaré solo como ahora para procesar todo lo hablado y vivido y notar cómo voy generando mi propio criterio sobre el asunto.
De esta forma, podré volver a los corrillos, ahora con profundidad de pensamiento y sin poner capas de resistencia a ser convencido. Porque donde el otro está, yo ya habré estado
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