Hay tipos que te inspiran.
Para mi inspirar no es escuchar la charla, suspirar, mirar al horizonte y sentirte mejor.
Inspirar, en todas sus acepciones, implica acción.
Inspirar es comenzar a escuchar, parar, rebobinar, volver a parar, coger un lápiz para tomar notas, parar porque no te da tiempo a escuchar y anotar, terminar, hacer lo del suspiro y el horizonte…y ponerte a trabajar en tus propias conclusiones.
Simon Sinek es un tipo que mola. No son charlas complejas, pero si plagadas del sentido común como para ayudarte a armar tus propias reflexiones.
Comparto en este post las de su charla “Love your work” y al final linko al vídeo.
No va de horarios, va de satisfacción
El Boston College hizo un estudio que determinó que el impacto negativo en los niños de que los padres llegasen tarde de trabajar era prácticamente nulo. Por otro lado, los niños con padres que tenían un trabajo que odiaban tenían una gran propensión al bullying. Sin lugar a duda, proyectar nuestra insatisfacción en el trabajo, ataca la seguridad y autoestima de nuestros hijos.
Cuando el trabajo no nos llena, nos fijamos en el detalle, cuando nos fijamos en el detalle nos aislamos de los demás y cuando nos aislamos, se incrementa el riesgo de enfermar.
Literalmente nos estamos matando trabajando. Pero no por echarle muchas horas, sino por echárselas a algo que nos espanta.
El problema no está fuera de nosotros, sino dentro
El trabajo no es bueno o malo, somos nosotros los que lo interpretamos como tal.
El guarda de un museo se tiene que pasar 8 horas viendo pasar a gente. Desde nuestro complejo de superioridad, podría parecernos un trabajo de mierda. Sin embargo he conocido guardas de museo que me han transmitido una pasión por lo que hacían y un compromiso con el legado que custodiaban, que me ha hecho entender que eran felices. Mucho más felices de lo que yo he sido en profesiones molonas.
El problema no está fuera de nosotros, sino dentro. Tendemos a determinar que la naturaleza de las cosas condiciona nuestro estado de ánimo sobre ellas.
Lo importante no es la gente que dice que el cáncer le ha hecho crecer. Bueno, sí. Pero no es solo eso. Lo importante es la gente a la que le sueltan un marrón y lo coge con ánimo. “Lo tengo que hacer igual, por lo menos voy a intentar divertirme o aprender”.
Esa es la actitud.
Vale ya de “es que no me entienden”, “es que no sacan el talento que tengo”. ¿No tiene más sentido decir “voy a meterle todo mi talento a esta tarea de mierda y la voy a convertir en algo chulo”?
La sensación de control evita que nos volvamos locos
Hicieron un experimento con dos perros a los que situaban en dos jaulas sobre el mismo suelo electrificado. Uno de los dos perros, tenía un botón que le permitía parar las descargas. Los dos perros por tanto estaban sometidos al mismo número de descargas, de la misma intensidad, durante el mismo tiempo pero uno se volvió loco y el otro no.
La sensación de no tener el control hace que nos volvamos locos. Como describe Raquel Roca en este post, cuanto más alto en la escala jerárquica, menos stress y más esperanza de vida. Es lo que te da la sensación de control.
El punto está en que la sensación de control solo es tal si la coges tú. Es decir, cuando alguien está dándote el control sobre algo, te está limitando el mismo. Es él quién te lo ha dado lo que implica que te lo puede quitar. La sensación de control hay que buscarla y tomarla. Implica proactividad.
La gente que no espera a que le digan lo que tiene que hacer suele ser más feliz.
Hacer algo por los demás produce felicidad
El cortisol es la hormona que segregamos cuando estamos estresados y la oxitocina es la que tiene el efecto opuesto. Pues cuando hacemos algo por alguien y establecemos lazos, segregamos oxitocina y somos más felices.
Esto aplica al comentario anterior sobre las tareas coñazo. Una forma de hacer que nos apetezca hacer la tarea es pensar en que puede ayudar a alguien. A otro departamento, al cliente, al consumidor,…averigüemos en cada proyecto a quién puede ayudar, porque ayudando, seremos más felices y estaremos más motivados a hacer la tares.
No es fácil porque no sabemos ayudar. Para ello hay que empatizar y sentir lo que está sintiendo el otro. Tienes que entender cuánto puede ayudar que tan solo le des importancia a un proyecto que para ti no la tiene, pero que para el otro conlleva su realización personal, la sensación de que su trabajo contribuye a una meta mayor o la sensación de que tú, el todopoderoso marketiniano, valoras lo que hace.
Estas cosas están en tu mano y son capaces de hacer muy feliz a alguna persona y, en el proceso, hacerte feliz a ti.
Para dar confianza a los demás hay que tenerla uno mismo
Pero para dar confianza a los demás hay que tenerla uno mismo.
La mayoría de las veces no ayudamos porque nos protegemos y cuando te proteges es porque tienes una inseguridad. En marketing –hoy me estoy quedando a gusto- es muy típico que hay tareas que nos parecen poco dignas. “yo no estoy para hacer eso”.
Si tuviésemos la humildad de entender que la dignidad no está en el trabajo sino en el desempeño, nos sentiríamos honrados por poder ayudar.
Satisfacción holística
Me encanta el concepto de que, cuando estás satisfecho, no miras las métricas. Las métricas solo las miras cuando no estás feliz: “es una mierda de trabajo pero me pagan bien”, “me compensa por el cargo”, “a las seis se me va a caer el boli”.
Cuando tu trabajo te llena, miras menos la nómina. No eres consciente de tu cargo sino de tu contribución al propósito y el horario es irrelevante porque llevas el proyecto contigo las 24h.
No hace falta justificar por qué somos felices en nuestro trabajo porque si lo somos, lo somos en general
Love your work
Ahora si, os dejo con Simon Sinek
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