En el Aeropuerto de Castellón no ha aterrizado todavía ni un solo avión. Hay que ser animal para montar semejante estructura sin tener en cuenta si hay demanda para el servicio. Te gastas una millonada en crear semejante contenedor sin tener en cuenta el contenido, menuda barbaridad.
En los últimos tiempos hay una fuerte presión para digitalizar las Empresas. Es normal, lo digital no solo ha cambiado la frecuencia y la forma en que nos comunicamos, ha cambiado también los códigos de comunicación o nuestra estructura mental haciéndonos más líquidos y proactivos. A las marcas nos obliga a redefinir nuestra forma de actuar, representando un problema para los que ofrecen resistencia a salir de las inercias o una oportunidad para los que tienen una mentalidad más flexible.
Cuando un cambio es tan abrupto y además es imposible permanecer ajeno, no queda más remedio que subrogarse al movimiento, seas el tipo de persona que seas. Me voy a detener en una tipología concreta; los sensoriales. Es un perfil que entiende el mundo bajo la premisa de la secuencialidad. Es decir, una acción produce un efecto que, a su vez, produce otro y así hasta que dibujas exactamente lo que va a suceder. Son el tipo de gente que se lee las instrucciones de arriba abajo antes de quitar el precinto. Su pregunta típica es “esto, concretamente, a donde nos lleva”?
Es un perfil que es muy necesario para dotar de estructura a la gente más espontánea, holística y creativa. Si no el mundo sería un caos abandonado a la intuición mal entendida –hablaremos de esto en otro post-.
Ahora, cuando se trata de la comunicación digital, un entorno de máxima impredecibilidad basado en la escucha y la reactividad, es muy difícil dibujar esquemas que focalicen una secuencia con un resultado final. Es difícil definir, “concretamente, a donde nos llevan” nuestras acciones. Lo máximo que puedes hacer es dibujar escenarios y prepararte a cambiar de uno a otro según te lleve la audiencia.
El problema es que, cuando la revolución sensorial es liderada por un perfil más sensorial, corremos el riesgo de establecer una estructura perfectamente lógica y armada hasta el final, una estructura de cañerías perfecta, pero sin haber tenido en cuenta el contenido que va a circular por ella y no olvidemos que la densidad, el flujo o la potencia del liquido, condicionan la canalización que necesitas. Si no lo tienes en cuenta, se producirán atascos, tapones, excesos de presión o, en algunos casos, costosas cañerías por las que no circula nada.
Hago un llamamiento a no olvidar que, para las marcas, un ADN definido y diferencial y un concepto empático y relevante son la base de la comunicación y cuando tienes esto, y esto es muy difícil de conseguir, es entonces cuando necesitamos la mejor técnica y estructura adaptada a nuestras características. Antes hay que trazar rutas amplias por las que entrar observando y preguntando, sin ideas preconcebidas. Hay que fomentar el roce con la gente y escucharlos con humildad. Hay que crear y, después, poner la inteligencia.
Si no, sería como montar un gran aeropuerto antes de haber generado demanda turística o de negocios
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