La gente fuma mucho en las series. Fuman por encima de sus posibilidades. Hay personajes que, cada vez que aparecen, encienden un cigarro. En las series se fuma más que en la vida normal.
Cuesta mucho pensar que el lobby del tabaco no esté financiando por detrás esta industria de alguna manera.
Pero esto no es un post-denuncia.
El aprendizaje es que se está utilizando una herramienta de prescripción para que se repliquen unos comportamientos. La audiencia de las series está absorta en las tramas y su estado de permeabilidad al contenido es total. Es el contexto idóneo para introducir elementos de imitación y aspiración porque va directo al inconsciente. De las series se han puesto de moda canciones, formas de vestir o dejes al hablar. ¿Acaso no puede haber una segunda línea de influencia, más sutil pero persistente en el tiempo que condicione conductas?
Si todos los tipos duros de las series fuman, ¿No acabaremos asociando ambos comportamientos en nuestro inconsciente?
Esto si que es branded content. Más aún, es branded behavoiur. O mejor aún, category behaviour.
Y es que no creo que esta estrategia sea posible desde una marca. Primero porque atomizaría el impacto. Segundo porque la marca, por el hecho de resaltar, de llamar nuestra atención, nos llega conscientemente lo que nos permite juzgar si la aceptamos o no. Con las categorías no sucede esto porque se asimilan inconscientemente. Creo que es una estrategia impecable de sector.
Imaginemos todos los impactos generados por marcas de cerveza en todo tipo de series y películas españolas, agrupado en un solo mensaje en el que se equipara el hecho de ‘tomar una caña’ a la cotidianidad de ‘tomar un café’. De esta forma la cerveza protegería su calificación fiscal y legislativa al ser considerada como parte de la cultura relacional de nuestra sociedad.
Estirando el argumento, podríamos ver en las series que la gente se queda tranquila después de los destrozos porque ‘lo tienen asegurado’, o que cada vez que hay un dolor se piden ‘un ibuprofeno’, o que cada cierto tiempo el protagonista va ‘a cambiar los neumáticos del coche’, o que siempre hay conversaciones interesantes mientras se hace la compra ‘en los pasillos de un hiper’ en lugar de en las tiendas de cercanía, o que el bueno siempre ‘sale a correr’ para aclararse las ideas, o que el niño siempre ‘estudia en la tablet’…
Lo que está claro es que las marcas son anomalías en la narrativa de las series y destacan por ello más que por sus atributos. Sin embargo, los comportamientos son orgánicos y pueden llegar a condicionar conductas si son comunicados desde la categoría y no desde cada marca
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