Hace tiempo trabajé en el patrocinio de Alberto Puig, mánager del piloto Dani Pedrosa y un tipo bastante particular. Un día presencié una conversación en la que le decía a Dani que, si era capaz de hacer un buen tiempo en una vuelta, no entendía por qué no lo hacía igual todas las vueltas.
Recuerdo una carrera de exhibición de supermotard donde estaban todos los pilotos del momento: Crivillé, Alzamora, Biaggi,… Debo recordar que Alberto es cojo de una pierna y llevaba retirado 10 años. A pesar de ello, Alberto quedó segundo en aquella carrera superando a decenas de profesionales en activo. Cuando llegó al box me lancé emocionado a felicitarle. Alberto se quitó el casco. Me miró con extrañeza, contrariado, y espetó: “Mira, yo he venido aquí a ganar y si no, no hubiese venido” Alberto es un tipo muy peculiar y, lo que es peor, creo que algo se me ha pegado.
Después de 5 años de intensa relación, me di cuenta de que el mensaje había calado en mi. Podría resumirse así: Si tienes una convicción, lo lógico es actuar en consecuencia. Cada vez. Todas las veces. Es sencillo de verbalizar. Sí. Como cualquier convicción. Pero lo importante es ser fiel a ella y poner la energía y el esfuerzo para actuar de forma coherente hasta que el esfuerzo se automatice y deje de serlo.
En definitiva, es cuestión de entrenar la habilidad. Si digo que hay que trabajar en equipo, debo de interiorizar el concepto, creérmelo y actuar en consecuencia. Siempre. No hay excusa para perder tiempo en una vuelta. Si considero algo una prioridad, debe de serlo y debo de aplicar el tiempo, la atención y la dedicación que le corresponde. Si algo debería de hacerse de una manera diferente, no se a que espero para hacerlo. Si, luego hay factores que dificultan la coherencia, pero somos una sociedad que tendemos a acomodarnos en la excusa. Lo suyo es tener menos convicciones, pero más firmes . . .