Cuando escucho a algún publicitario presumir de no ver la tele me siento como si escuchase a un periodista presumir de no tener Twitter, o a un vendedor de no conocer Amazon, o a un entrenador de no ver los partidos.
Sinceramente, me parece un esnobismo presumir de no conocer el medio en el que más inviertes. Si no quieres verla en casa, puedes poner una en el despacho, pero de alguna forma tienes que entender cómo funciona.
Pero no es solo un tema de inversión. Va más allá. Como marketinianos, tenemos la obligación de conocer la sociedad y a las personas. A todas. En mi caso, intento ver un rato los programas que son líderes de audiencia, porque son un reflejo de la gran sociedad que no suele ser visible para los que vivimos en la burbuja del marketing.
Ver Mujeres y Hombres y Viceversa te permite entender cuáles son los patrones de cortejo de la gente joven. First Dates te muestra a gente que hace preguntas pero no escucha las respuestas. El Intermedio te deja claro que el ingenio en la interpretación de los hechos es más importante que los hechos en si. En Sálvame puedes ver cómo primero te posicionas en un bando y luego defiendes hasta lo indefendible de los tuyos. Equipo de Investigación te demuestra que se puede encontrar polémica hasta en una barra de pan. Salvados plantea que se puede cuestionar una cosa y la contraria. La Voz te enseña que es muy fácil transmitir confianza a gente que ya no tienes que ayudar. La Sexta Noche sugiere que un formato que funciona, puede funcionar para otras temáticas. Y así con todos.
Hasta los anuncios te muestran que la falta de credibilidad de los políticos y periodistas ofrece una ventana para que las marcas traten de influir en la problemática social.
Chief Culture Officer
Grant McCracken sugiere en ‘Chief Culture Officer’ (Basic Books, 2009) que en las empresas debería haber una posición con funciones explícitas de interpretar los aspectos culturales de la sociedad. Alguien que comprenda a la gente, que entienda sus motivaciones y dónde tiene sus pasiones. Dietrich Mateschitz lo fue para Red Bull o Amancio Ortega para Zara. Pero esa función no tiene por qué ser solo desempeñada por el dueño sino que las empresas ‘que no son de nadie’, deberían tener la capacidad de apoderar a alguien para que la desempeñe.
McCracken habla también de que la televisión sigue siendo una ventana al mundo que te permite ver cosas que no verías de otro modo y que representa a mucha, muchísima gente. También lo es curiosear por Youtube o mojarte de vez en cuando en Twitter.
Comprender el mundo significa comprender todo el mundo, y no solo el mundo que más nos agrada.
Ahora te dejo que comienza la teletienda y todavía no comprendo por qué hipnotiza de esa manera
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