Ni esto es un blog de autoayuda, ni pretende serlo.
Ni yo soy coach, ni tengo ninguna intención de serlo.
Como escribí hace 15 años, este es un mensaje para mí. Para aterrizar reflexiones, generar criterios y ver si soy capaz de ser fiel a ellos.
Lo que ocurre es que la reflexión de hoy es la confluencia de dos elementos humanos. El primero es una historieta que relataré a continuación. El segundo se basa en el hecho de que por mi despacho siempre pasó mucha gente a pedir ayuda en un plano personal. De hecho, he tenido el privilegio y la responsabilidad de acompañar a algunas personas en el proceso de tomar las riendas de su vida.
Es lo único realmente productivo que he hecho en mi carrera y lo más gratificante. Lo mejor de todo, es que en el proceso me ayudaron a tomar las riendas de la mía creando un vínculo que durará toda la vida.
«Me duele el brazo»
La historieta que viene a continuación ha sido lo que originó la reflexión en la que se basa todo el proceso
Tengo el mejor fisio del mundo. Mucha gente lo piensa del suyo, pero es que el mío es la persona más comprometida que he conocido en ayudarme a gestionar mis recursos físicos.
El caso es que, en un momento dado, me había dado un golpe en el brazo haciendo deporte y el dolor se estaba cronificando. Era un dolor muy cabrón que me impedía abrir una botella o girar la llave de casa para abrir la puerta.
Un día, Isaac -un poco desesperado-, me propuso una cosa: «En el trayecto a casa, hazme un favor; visualizate abriendo la puerta de casa sin dolor. Imaginate que la abres sin sentirlo»
«Eso está hecho», le dije confiando como siempre en él.
Pero no estaba hecho. Mientras conducía no podía evitar imaginarme sintiendo el dolor. Una y otra vez. Como el trayecto es largo, con mucha concentración, casi llegando a casa, logré imaginármelo.
Concentrado, subí las escaleras, me acerqué al portal, saqué la llave y…
Clack.
¡Sin dolor!
Corrí a la nevera, cogí una botella, la intenté abrir y…
¡Aaaaaay!
El dolor volvió.
Llamé entonces a Isaac para que me ayudase a comprender qué había pasado.
«Tu cuerpo tiene un dolor que no desea. No lo desea bajo ningún concepto y por eso, quiere estar seguro de que haya desaparecido. Un movimiento se puede hacer con diferentes cuadros musculares y tu cuerpo va a usar aquel en el que compruebe si el dolor sigue ahí porque necesita la certeza de que el odiado dolor ha desaparecido. Es más, según vaya desapareciendo, más lo buscará», me explicó.
Desde entonces, cada vez que mi lesión de rodilla me da dolor, entreno un poco con otro cuadro muscular tirando de glúteo.
La cuestión es que me puse a pensar -es lo que tenemos los overthinkers-.
¿funciona igual emocionalmente?
El pain emocional funciona igual que el físico
El vértigo es un miedo exacerbado a caerse desde las alturas. Alguien con miedo a caerse al borde de un edificio tiene más miedo que la media, tiene un miedo irracional. Tiene tanto miedo que necesita tener la certeza de saber cuál es el punto de inclinación en el que se caería. De esa forma, instintivamente se inclina hacia adelante buscando ese punto hasta que… lo encuentra.
Es una cuestión de certezas.
Imaginemos ahora una persona con pánico a sentirse desprotegida. Su miedo irracional es a necesitar protección y no tenerla. Nunca es suficiente. Ahora imaginemos que comienza a salir con alguien. Esa persona necesita la certeza de saber cuándo su pareja dejaría de protegerla. Por ese motivo buscará ese punto en el que le sería negada la protección, pidiéndola cada vez por razones más insignificantes. Llegado un punto, la pareja dirá «basta» y saldrá corriendo.
Probablemente, este sea el motivo por el que dicen que las hijas de mujeres maltratadas tienen más posibilidades de serlo en su vida en pareja. Da escalofríos solo pensarlo.
¿Y cuál es el tratamiento?
El tratamiento es abrazar el dolor
Pues precisamente el camino contrario. Si tienes miedo a no sentirte protegido, tienes que aprender a no necesitar protección, a ser autosuficiente. En mi caso es claramente la necesidad afectiva y probablemente por eso he creado una coraza emocional con la que intento racionalizar todo.
Porque cuando crees no necesitarlo y ya no esperas cariño, empiezas a valorar el que te llega. Cuando aprendes a convivir sin la necesidad de tener lo que te da miedo de que te falte por mucho que tengas, empiezas a valorar lo que te llegue.
Aprendiendo a vivir con el dolor, acaba ocurriendo que ya no lo percibes y, por tanto, es como si no lo tuvieses.
Pero permíteme que me proteja emocionalmente saliendo de un plano tan íntimo y llevando la conversación a aspectos de la gestión empresarial.
Los ejecutivos tienen muchos pains
Desde que comprendo a las personas desde este prisma, no puedo evitar observar a ejecutivos tratando de comprender su pain e interpretando su comportamiento desde el mismo.
He visto ejecutivos con miedo a la irrelevancia soltando tantas ocurrencias que acaban siendo irrelevantes. He visto a ejecutivos con miedo a no tener la autoridad tácita que han abusado tanto de la autoridad jerárquica que les ha hecho perder las dos. He visto a ejecutivos con tanto miedo a ser percibidos como desactualizados que se han metido en tecnicismos hasta quedar en evidencia.
Esta interpretación de las personas, me ha permitido comprender un poco mejor el mundo, porque en definitiva, quien comprende a las personas, comprende el mundo…
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