El sistema de recompensa es un conjunto de mecanismos realizados por nuestro cerebro y que permite que asociemos ciertas situaciones a una sensación de placer. De este modo, a partir de esos aprendizajes tenderemos a intentar que en el futuro las situaciones que han generado esa experiencia vuelvan a producirse.
Su función es conseguir que, hagamos lo que hagamos, y por muy variadas que puedan ser nuestras acciones y opciones de comportamiento, siempre tengamos como referencia una brújula que apunte de manera consistente hacia ciertas fuentes de motivación, en vez de hacia cualquier lugar.
El caso es que el circuito de recompensa, a veces se descontrola y genera conductas adictivas. La búsqueda del placer -o ausencia de dolor- nos hace desear cada vez más, hasta que entremos en un bucle en el que cambian nuestras referencias incrementando la necesidad.
El circuito de recompensa básicamente acaba tomando el control de nuestras decisiones, porque la búsqueda del placer como fin, acaba imponiéndose a la racionalidad y la influencia del contexto social.
La búsqueda del subidón nos lleva a la adicción
Siempre lo hemos asociado a la droga, al tabaco, al juego o incluso a la adicción al sexo y es cierto. Nos provocan un subidón a corto que nos hace necesitar mantener ese nivel. Por otro lado, cuando nos acostumbramos, sentimos la necesidad de incrementar el nivel para mantener esa sensación de subidón… y entramos en bucle.
Salir de ello es difícil porque el cuerpo se acostumbra a unos niveles de dopamina que, cuando están por debajo de las expectativas, provocan una sensación igual a la depresión. Entonces buscamos más placer sin tener en cuenta las consecuencias o que en la solución a corto plazo está el problema a largo.
Hay un nuevo malo en la ciudad: el azúcar
Últimamente hay un nuevo malo en la ciudad: el azúcar. Funciona de la misma forma. Tenemos adicción al azúcar y algunos seguimos justificándolo diciendo que necesitamos glucosa para rendir. Necesitamos glucosa, no azúcar. Y bien administrada en el tiempo -de lenta absorción-, no ir de subidón en subidón.
Pero las nuevas generaciones lo tienen claro.
Me contaban el otro día que la hija de una directiva de una empresa de bebidas azucaradas, había llegado llorando del colegio porque sus compañeros se habían enterado de dónde trabajaba su madre. “Tu madre vende veneno”, le decían.
La fórmula secreta solo te protege de los enemigos que se te parecen
Cuando Coca-Cola protegió el secreto de su fórmula, lo hizo pensando que el peligro estaba en que alguien pudiese replicar el producto. Pero parece que el riesgo realmente no estaba en que se conociese la combinación de ingredientes, sino en que se conozca la presencia de uno.
El enemigo no era una industria, sino una tendencia de hábitos de vida.
El autoconocimiento nos diferenciará
Está claro que vamos hacia un mundo en el que el autoconocimiento, y por tanto el autocontrol, van a ser elementos de diferenciación entre las personas. Tú no controlas, yo si.
Me pregunto si esto será tendencia o no. Porque si se convierte en tendencia, puede arrastrar a algunas industrias que están mirando hacia otro lado.
Compramos cosas que no necesitamos porque el hecho de comprar nos produce placer
Amazon se está convirtiendo en el estándar de servicio de distribución y lo basa todo en lo fácil que es comprar.
Mi pregunta de esta mañana es si ese es precisamente el peligro. La compra compulsiva es una adicción exactamente igual a las que mencionábamos antes, porque activa el circuito de recompensa para darnos un placer momentáneo.
Me planteo si, sobre la ola de conciencia sostenible que está creciendo, llegará un momento en el que demonicemos el consumo por consumir, convirtiéndolo en el nuevo azúcar…
Bueno. En cualquier caso, creo que si pasa algo, será a muy largo plazo.
Ahora os dejo, que tengo que comprar una cosa muy chula que no necesito, pero que me va a producir una sensación de placer que me haga evadirme de esos problemas tan gordos que tengo
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