ESTAMOS CONFUNDIENDO CAPTAR LA ATENCIÓN CON SECUESTRAR LA ATENCIÓN

ESTAMOS CONFUNDIENDO CAPTAR LA ATENCIÓN CON SECUESTRAR LA ATENCIÓN

Estamos buscando captar la atención para, una vez captada, retenerla artificialmente.

Ejemplo. Te proponen una idea y «escucha el post». Lo pones. El locutor, con voz engolada imitando lo más casposo de la radio más antigua, comienza a capitalizar la reflexión con un chorreo de vivencias y percepciones personalistas del mundo. No ha dicho nada. 8 minutos. Expone la idea. Ya la conozco, por eso estoy aquí. Se alarga innecesariamente. 6 minutos. Meollo de la cuestión. 10 minutos. Guay. Cierre y despedida. 5 minutos. Un poco demasiado.

Así me pasa con los libros, con los artículos, con las charlas.

El concepto televisivo de retener la atención se ha extendido a la comunicación de conocimiento, que debería ser todo lo contrario: breve y al punto.

El éxito de un programa de televisión está en retener a la audiencia. El éxito en la influencia está en influir. Y si se hace en 5 minutos en lugar de en 20, mejor. La impronta que dejará una marca en 20 segundos (un meme) es mucho mejor que el rechazo que va a generar aquella que me ha hecho entrar en un branded content postizo para hacerme perder el tiempo.

Bueno, está todo dicho.

Perdón por enrollarme…

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