¿ESTARÍAMOS DISPUESTOS A SACRIFICAR NUEVOS CLIENTES A CAMBIO DE CONVICCIONES?

¿ESTARÍAMOS DISPUESTOS A SACRIFICAR NUEVOS CLIENTES A CAMBIO DE CONVICCIONES?

Dice Warren Buffet que los fundamentos son aquella media docena de cosas que explican el 80% de nuestro comportamiento.

Hace unos días aparecía Edmundo Bal, portavoz de Ciudadanos, diciendo: “Somos un partido de centro”. Y claro, miras hacia atrás y no comprendes la línea de coherencia. Lo mismo ocurre con todos los partidos que proclaman ser o no ser algo que contadice lo que decían hace poco o los actos que les representan.

El problema está en la reactividad.

Los políticos no defienden convicciones. Los políticos persiguen el poder y van cambiando de convicciones según les parece que pueden sumar un puñado de votos. 

Los políticos son recaderos haciendo lo que le piden clientes que ni siquiera han profundizado en lo que de verdad necesitan. Sin embargo, ellos elevan a convicciones las ocurrencias de los votantes.

Paul Ricard, uno de los empresarios de referencia en la historia de Francia, se negó a presentarse a las elecciones porque tenía unas convicciones claras pero pensaba que el pueblo de Francia no tenía claro dónde quería ir y, por lo tanto, no le acompañarían por convicción sino por improvisación.

El servicio requiere reactividad, a la marca se le pide una propuesta

Veo algo parecido en las marcas.

Digo marcas y no productos o servicios, porque cuando ofreces un servicio o producto que se basa en satisfacer unas necesidades, la reactividad es fundamental.

Pero cuando el producto o servicio se eleva a marca, se le exige una propuesta, unas convicciones.

Mi opinión es que será preferida una marca con convicciones -aunque no encajen exactamente con las nuestras- que una marca sin personalidad, sin autenticidad. Cuanto menos profundas son las convicciones, más competencia aparece y menos valor acumula la marca.

Lo que me lleva a reflexionar en este asunto es que parece que, cuantos más votos o actos de venta quieres, menos personalidad y convicciones te permites tener

En política, se soporta. ¿En las marcas cada vez menos?

La cuestión es que los votos valen todos lo mismo. La política es un mercado de rotación donde no existen votos con más valor, con mayor margen. Sin embargo, en el mundo de las marcas, la estrategia orientada al valor es fundamental para la generación de negocio.

Entonces me planteo unas preguntas: 

¿Puede haber un punto en el que el incremento de valor pasa por anclar las convicciones arriesgando el agradar a todo el mundo?

Siendo así, ¿Estaríamos dispuestos a sacrificar nuevos clientes a cambio de reforzar nuestras convicciones?

Empanada de propósito

Hay un hype en las marcas por el que están todas en busca de un propósito que manifieste su compromiso social para incrementar su significado para los consumidores. El problema es que no hay compromiso desde las convicciones sino desde la búsqueda de la popularidad. Es casi como una subasta: «A ver a qué causa social me puedo sumar para ser popular».

Algunas parecen el típico político oportunista tuiteando sobre cualquier tema. Y es que no hace falta mojarse en todo, no se puede generar convicciones para todo. Las convicciones se tienen o no se tienen. No son algo que puedas diseñar sobre la marcha para agradar.

Y es que estamos mezclando el propósito, la misión y la visión, los valores corporativos, el posicionamiento de marca y el compromiso social en una empanada de intenciones que le resta impacto a cada uno de los ingredientes

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Este es un mensaje para mi:

Vives de tu trabajo: de diseñar planteamientos estratégicos y componer proyectos. La libertad de prescribir a uno u otro proveedor para los proyectos es clave en tu reputación. Mantén tu convicción de preservar el valor de tu recomendación siguiendo sin comisionar a agencias ni otros proveedores.

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