HAY COSAS QUE NO SE APREHENDEN -CON ‘H’- CON CHARLAS INSPIRADORAS SINO CON EL MACHAQUE DEL DÍA A DÍA

HAY COSAS QUE NO SE APREHENDEN -CON ‘H’- CON CHARLAS INSPIRADORAS SINO CON EL MACHAQUE DEL DÍA A DÍA

Es muy fuerte el hype que hay con la formación.

Ojo, estoy de acuerdo y participo gustoso de él, pero creo que llevamos un rato usándolo mal. 

Hay cosas que se aprenden y cosas que se entrenan

Hay cosas que se aprenden, que se incorporan al conocimiento y, una vez adquiridas, ya son practicables. “SI pulsas ctrl+C, copias el texto”. Ya está. Tienes que aprenderlo y retenerlo, pero una vez hecho, ya está incorporado.

Sin embargo, hay cosas que se entrenan, que no basta con comprenderlas y retenerlas, sino que hay que ponerlas en práctica en real una y otra vez para que se incorporen en nuestro comportamiento de forma inconsciente. Incido en que tiene que ser en real, porque el entrenamiento en gimnasio es necesario al principio, pero hasta que lo pones en práctica con el contexto real, las presiones y los imprevistos, no estás practicando de verdad.

Cada vez hay más cosas ‘de entrenar’ que se enseñan con charlas inspiradoras

El liderazgo, la gestión del talento, la toma de decisiones, customer-centricity, narrativa o la comunicación efectiva son temáticas que se están tratando de enseñar mediante clases o charlas inspiradoras. Y, efectivamente, se enseñan en el sentido literal de la palabra, pero se quedan en la clase y se acaban yendo con el profesor.

Comprender cómo hizo las cosas Toni Nadal, no te convierte en Toni Nadal.

No es que esté en contra de las charlas inspiradoras, creo que son imprescindibles para despertar la chispa, pero no son ‘el programa’. Si te tomas en serio la incorporación de una de esas habilidades en tu equipo, le faltan ingredientes a la receta.

En mi opinión, ésta es la siguiente: 10% de inspiración al principio, 30% de aprendizaje teórico y conceptual y diseño metodológico y 60% de acompañamiento en la práctica.

El herrero no le hacía dibujos al aprendiz en la pizarra y, tras dos semanas, le daba el martillo y a tirar. Al principio, el herrero le transmitía la pasión y los valores del oficio. Luego, el aprendiz se situaba al lado del herrero observando mientras éste le explicaba cómo se hacían las cosas. Un día, el herrero le dejaba la maza y, si lo hacía bien, iba aumentando la frecuencia. Tras un tiempo, era el maestro el que observaba al aprendiz y corregía los cada vez menos errores. 

Inspiración, aprendizaje, acompañamiento. En porcentajes diferentes, pero mismo patrón.

El acompañamiento requiere más esfuerzo, pero sin él, lo de antes es estéril

El acompañamiento consiste en trabajar en real junto a la persona que está trabajando la habilidad. Hace falta bloquear tiempo para parar, analizar y corregir sobre la marcha. No mucho, una hora a la semana, pero con la maza en manos del aprendiz. No todas las herraduras saldrán bien, pero es como iban a salir de todas formas.

Tener un acompañamiento adecuado es lo que hace que el aprendizaje coja tracción. Que lo aprendido sea aprehendido.

Lo mismo con los valores, propósitos y propuestas de valor de las organizaciones

Hace tiempo que, cuando entrego un proyecto estratégico, le digo a mi cliente: 

“Toma, me acabas de regalar todo este dinero. Porque esto que te doy, vale cero. Ahora, si con el tiempo vas siendo fiel al planteamiento invirtiendo en lo que te da valor y renunciando a lo que no, si actúas comprometido con los fundamentos y no intentando ser todo para todos, si transmites credibilidad porque crees de verdad en estos principios, le irás dando valor a esta estrategia. Entonces, puede que el año que viene nos sentemos de nuevo aquí y te diga: «cabrón, te salió barato…»”

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