HAY COSAS QUE SABEMOS, PERO NO SABEMOS POR QUÉ, PERO DEBERÍAMOS

HAY COSAS QUE SABEMOS, PERO NO SABEMOS POR QUÉ, PERO DEBERÍAMOS

«El Ministerio trabaja para preservar el patrimonio cultural”

¿por qué?

“El arte es un motor de desarrollo de la sociedad”

¿cómo?

“Patrocinamos este equipo por los valores que tenemos en común”

¿cuáles?

“Estamos comprometidos con la diversidad”

¿en qué sentido?

La diferencia entre un discurso sencillo y un discurso superficial es que el primero es conocedor de las complejidades, pero es capaz de transmitirlo de forma entendible. El segundo no aguanta la segunda pregunta.

Tener un discurso profundo sobre las cosas, es más convincente. No se trata de soltarlo todo de primeras, pero de tener solidez ante la segunda, la tercera y la cuarta preguntas. De hecho, en la elección de las palabras, se nota cuando alguien tiene detrás más de lo que dice.

Pero ojo, la profundidad de discurso no es un objetivo. Es la consecuencia de que ha habido una reflexión sobre el objeto de discurso. Significa que has reflexionado sobre la importancia de conocer tus raíces para explicar tu yo de hoy, sobre cómo el arte busca los límites desplazando convencionalismos, sobre que más allá del trabajo en equipo hay muchos otros valores como la vocación de entrega de esfuerzo o la autogestión o sobre que la diversidad significa celebrar las diferencias y no igualar a las personas.

Es la consecuencia de que hay una convicción honesta y firme con las ideas.

La profundidad de discurso convence más. No porque sea una mejor narrativa, sino porque esa narrativa está originada en la verdad de un compromiso real

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