«En nuestra apuesta por la transparencia, informamos que el Banco Comercial ha generado unos resultados excepcionales en este primer trimestre.
Muchos se escandalizarán por la cantidad de dinero que hacemos en un momento tan difícil para las personas, pero es que somos custodios de los ahorros de mucha gente y contribuimos al desarrollo de los negocios del país y si no mostramos una determinada solvencia en los mercados, ponemos en riesgo todo ello.
Ya vamos al limite con las pruebas de estrés del BCE como para encima dar unos resultados de mierda que ahuyenten a los accionistas. Por no hablar de las llamadas de los políticos a todas horas.
Además, tenemos muchos más empleados de los que necesitamos, pero lo ultimo que queremos es mandar a toda esa gente a su casa, porque sus familias dependen de nuestros sueldos y muchos de ellos sabemos que no encontrarán trabajo a partir de cierta edad.
Para mantener todo esto, claro, ponemos unos objetivos superexigentes a nuestros territoriales. Sabemos que la presión cae en cascada y sabemos también que la presión lleva a que se busquen atajos y que puede dar lugar a la aparición de trampas. Ni siquiera hacemos la vista gorda porque, cuando pillamos a alguien que la caga, le sancionamos severamente para dar ejemplo. Pero, para ser honestos, cuando fijamos los objetivos de nuevo, volvemos a llevarlos al límite aún sabiendo lo que provocará…»
Seamos claros, hay industrias que no se pueden permitir ser transparentes.
Y, si no puedes serlo, no te lo fijes como objetivo de comunicación.
La transparencia es uno de los atributos más valorados por nosotros los consumidores y por ello todas las compañías lo han incorporado en sus manifiestos, propósitos, decálogos, misiones, visiones y valores.
Pareciese una obligación…
La cosa es que antes de comunicar con transparencia, tienes que estar seguro de que tus intimidades son enseñables. La pulcritud precede a la transparencia y hay ciertas organizaciones que no pueden permitírselo porque sus contextos les obligan a ir al límite. No es que haya mala intención, es que están atados en dinámicas políticas complicadísimas.
Es difícil encontrar mala intención o una vocación deliberada de engañar -algún comercial de vieja escuela queda-, pero otra cosa es trabajar en los grises. A veces no queda más remedio y los grises son una neblina que dificulta la transparencia.
Solo parece haber una solución: enfócate en otras cosas. Es como si eres bajito y, como está de moda la estatura, empiezas a ponerte alzas en los zapatos, dejarte tupé y todo tipo de cutreces que solo recuerdan que sigues siendo bajito. ¡Coño, muchacho! ¡Que tienes una sonrisa muy simpática y bailas fenomenal! ¡Potencia tus virtudes…!
Hay compañías que nunca fallan en servicios esenciales, que generan muchísimo empleo y riqueza en las sociedades en las que operan, que están comprometidos con la cultura o el medioambiente y aún así, se meten en el barro de la transparencia que cualquier denuncia de la OCU o ex-empleado resentido te puede mandar a corner.
La transparencia es un gran comportamiento, pero si no puedes serlo, seguro que hay otros aspectos en los que sí que estás aportando a la sociedad y son apreciables. La confianza se puede lograr a través de muchos atributos además de la transparencia.
Porque, seamos honestos, nadie es comprometido con el mundo y la sostenibilidad en todo lo que hace y lo cierto es que todos presumimos de lo que hacemos y nos callamos lo que no hacemos. Y no somos peores personas por ello.
Sumamos en lo que podemos. Y en lo que no podemos, no.
¿Por qué no ser un poco más comprensivos con las marcas?
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