LA CALCULADORA

LA CALCULADORA

Todavía recuerdo el día en que nos dejaron utilizar la calculadora en clase. Tendría tan solo 12 años pero llevaba ya varios tratando de explicarme porque me obligaban a hacer a mano algo que una maquina hacía mejor y más rápido.
Si, está claro que durante un periodo hay que conocer los fundamentos de las cosas, pero sigo pensando que aquello se alargó demasiado. Es decir, pasó mucho tiempo desde que operaba perfectamente hasta que me dejaron utilizar la calculadora.
Hoy en día se hace el cambio mucho antes, porque se entiende que, una vez conocido el fundamento, hay que hacer reflexiones más elevadas y progresar en el conocimiento

Digamos que es importante sumar bien, pero el objetivo final es resolver el problema y para ello a la «suma» hay que sumarle la lógica. Lo que necesitamos saber no es si el tren tarda 4 horas o 4 horas 15, sino que los dos trenes no deben de viajar por la misma vía

Vamos al marketing.

En las últimas fechas me voy sintiendo cada vez mas lejos del marketing y más cerca de la comunicación como concepto y creo que tiene mucho que ver con la reflexión anterior. El marketing que veo a mi alrededor se me empieza a parecer a un cúmulo de procesos -o de operaciones- que buscan dar soluciones lineales a problemas lineales. Los de marketing nos sentimos cómodos solo cuando manejamos palancas que producen efectos predecibles. No nos sentimos cómodos en la incertidumbre ni en los matices. Ha perdido valor la comunicación como fin último de la acción publicitaria porque la comunicación implica matices e incertidumbre.

Le damos valor a los KPIs que se pueden «tocar» como los GRPs o el ROI del publicity, es decir, a lo que mide si llega el mensaje, pero del mensaje nos ocupamos más bien poquito

Creo que deberíamos de dejar el cálculo de las operaciones en manos de la calculadora, y dedicar nuestro tiempo a pensar si las cosas se hacen con lógica, si tenemos un discurso diferenciado y relevante y si lo estamos transmitiendo con empatía.

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