LA DIFERENCIA ESTÁ EN QUIÉN FIJA LOS LÍMITES: TÚ O EL MUNDO

LA DIFERENCIA ESTÁ EN QUIÉN FIJA LOS LÍMITES: TÚ O EL MUNDO

Alberto Puig era uno de los pilotos de 500c.c. –lo que ahora es MotoGP- más talentosos del circuito. Ambicioso y obsesionado con el motociclismo, una fatídica mañana de 1995, luchando por la pole, decidió buscar el límite en la curva Dunlop del circuito de Le Mans. Él sabía que no se podía tomar en quinta a fondo… pero tenía que intentarlo.

La fractura se complicó y Alberto sufrió más de 20 operaciones en su pierna izquierda estando varias veces a punto de perderla. Tuvieron que extirparle la musculatura y la parte inferior de su pierna es prácticamente el hueso recubierto de piel.

Un día, años más tarde, compartíamos habitación en un hotel de Alemania. En la tele emitían una reposición de la etapa del tour.

“Esto sí que me tiene obsesionado; el ciclismo. ¿Sabes que a veces me levanto por la mañana a las 6 para hacer 60 km antes de ir al despacho?”, comentó.

“Que guay”, contesté, “…pero… Alberto… ¿cómo haces para pedalear si no tienes musculatura en la pierna?”

“No sé. Yo le doy y aquello va p’alante”

Alberto es un tipo muy especial, una especie de artista incomprendido y probablemente incomprensible, pero fascinante a la vez. A su lado aprendí mucho sobre los límites del ser humano y la gestión del sufrimiento.

El esfuerzo que aplicas es irrelevante para el resultado final

Aquel día hice una reflexión que sigo manejando hasta ahora: el hecho de que a Alberto le costase más pedalear era irrelevante. Cuando era manager de Dani Pedrosa, entrenaba en Mallorca con él al mismo ritmo. Es decir, el recorrido de cada día estaba en función de lo que había que hacer, no de las limitaciones de la persona.

Creo que a todos nos cuesta más esfuerzo hacer algo que a los demás y creo que, con el tiempo, acabas acostumbrándote a aplicar más intensidad de tal forma que termina por convertirse en normal para ti.

En mi caso soy zurdo de oído. Solo el 2% de la población lo es. Ello implica que el sonido es procesado un poco antes por el oído izquierdo y pasa al hemisferio derecho. Al estar las áreas de Broca y Wernicke que codifican y decodifican el lenguaje en el hemisferio contrario -el izquierdo-, a los zurdos de oído nos cuesta más esfuerzo de lo normal interpretar las palabras.

Cuando la neuróloga me hizo el estudio, se extrañó del resultado porque apreciaba en mi un buen manejo del lenguaje y sabía que doy conferencias y trabajo en comunicación. “Sí”, le dije, “Lo que no sabes es lo que me cuesta”.

Desde entonces me quité presión por el agotamiento que tengo después de dar o asistir a una conferencia y, sobre todo, después de los actos sociales donde tienes que hablar con todo el mundo. Sencillamente, es lo que hay.

Lo que tengo muy claro es que me contratan por el resultado de mi trabajo, no por lo que me cueste hacerlo.

Aportación de valor no es el valor que pensamos que aportamos, sino el valor percibido por el que lo recibe

Sé que me cuesta más ¿y qué?

Hay futbolistas que se tienen que cuidar más que otros, o que tienen que entrenar más que otros, pero en la final de la Champions, un gol es un gol.

Ponerte límites en función de tus capacidades te hace mejorar, sin duda. Pero te estás referenciando contigo mismo, no con el mercado. Es un sistema válido en el colegio, para generar cultura de esfuerzo en los niños y no mermar la autoestima. Pero cuando llegas al mundo profesional, los resultados son resultados.

El mercado es quien evalúa la calidad de nuestro trabajo, y el mercado no nos conoce

Quiero decir que un médico tiene que ser capaz de suturar bien una herida o a un ingeniero no se le puede caer un puente, independientemente de lo que les cueste hacerlo.

Si. Hay un discurso buenista y populista sobre referenciar la calidad del trabajo a la capacidad del individuo, pero seamos honestos, cuando nos falla el ADSL en lo último que nos fijamos es en las capacidades y los límites del señor que nos atiende.

Solo somos condescendientes cuando conocemos a la persona y el mercado no nos conoce personalmente, el mercado nos exige resultados.

Ten claro que cuando marcas los límites en valor absoluto, sabes tu verdadero valor para el mercado.

Millenial, el mundo no está pendiente de lo que te cuesta hacer las cosas

Hemos alimentado una generación de millenials egocéntrica y uno de los mayores problemas que veo es que referencian la calidad de su trabajo con respecto a sus capacidades… y esto no funciona así.

Aportación de valor no es el valor que pensamos que aportamos, sino el valor percibido por el que lo recibe.

Cuando un cliente espera un informe, espera un buen informe, no el mejor informe que puedes hacer. Todavía en las empresas hay una cultura de paternalismo en la relación jefe-subordinado, pero al consumidor, al cliente, te aseguro que le da igual quién hizo el trabajo. Quiere un buen trabajo en valor absoluto

La buena noticia es que, cuando tomes consciencia de tus carencias, pondrás más esfuerzo donde se requiera y, con el tiempo, ya no lo considerarás esfuerzo porque será ‘lo que hay que poner’

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Vamos, que estoy seguro de que si este post no te ha gustado, te va a importar bien poco si soy zurdo o diestro de oido

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