Neuropredecibles
El cerebro pesa aproximadamente el 2% de nuestra masa corporal y, sin embargo, consume el 20% de la energía que generamos. Por ello busca permanentemente economizar energía, por ejemplo, automatizando procesos.
También lo hace filtrando la información que le llega de los órganos sensoriales. Un ejemplo es el del reloj. Cuando nos ponemos el reloj en la muñeca, lo notamos porque la piel envía el mensaje al cerebro de que hay un reloj apoyado alrededor de la muñeca. Lo sentimos hasta que el cerebro dice “el reloj va a estar durante un rato largo así que no voy a gastar energía recordándome cada 10 segundos que está ahí. Mejor anulo la señal y pongo una alerta que me avise cuando cambien las cosas”. De esta forma, el cerebro establece un patrón -el reloj no se va a mover- y solo prestará atención a la muñeca cuando el reloj se vaya, apriete más o cualquier otro cambio de circunstancias.
Es lo mismo que hace la rana. Se posa en el junco y anula sus sensores dejando una alerta que le avisará solo cuando aparezca una mosca y, entonces, volcará toda su atención, energía y esfuerzo en atraparla.
Esta forma de percibir las cosas, solo cuando cambia algo, define nuestro comportamiento social en muchos aspectos. Por ejemplo, cuando alguien hace todo bien, dejamos de verlo y solo destacará cuando haga algo mal. Hay marcas que son tan “perfectas” que dejamos de verlas y solo nos llaman la atención cuando se equivocan o cuando aparece una marca nueva.
La disrupción atrae la atención, como también la atrae la gente inteligente y con sentido del humor. En realidad, lo que sucede es que la gente es inteligente o tiene sentido del humor porque utiliza la disrupción.
La disrupci∅n inteligente
Un tipo inteligente es un tipo que, entre otras cosas, es capaz de encontrar conexiones en elementos que, aparentemente, no la tienen. También lo es uno que se maneja dentro de la extrema compeljidad de un tema o incluso el que tiene la capacidad de simplificar esa complejidad. Pero hoy en día, en un entorno en el que todo cambia y donde las disciplinas se combinan ofreciendo soluciones inconcebidas, la disrrupción inteligente es clave.
El sentido del hum∅r
Por otro lado está el sentido del humor, que se fundamenta en la disrrupción. El giro humorístico llega cuando nuestro cerebro establece un patrón en la historia y predice el final. Entonces, metemos un elemento disruptivo que es lo que provoca la risa. Por lo tanto, el sentido del humor es un reflejo de la inteligencia.
La gestión no puede ser repetitiva
Me decía un amigo neurocientífico que hoy en día el 90% del trabajo de los managers son procesos no repetitivos. Es decir, procesos que no se van a repetir tal cual la próxima vez y que, por tanto, son disruptivos. Un manager que pretenda trabajar en piloto automático, es un manager abocado a aportar soluciones estándar a problemas únicos.
Estamos hablando de follar, así que no me recites el Kamasutra
Un día analizaba las propuestas que envió la agencia para lanzar un «mensaje disruptivo» en una campaña. Había involucrado un consultor que tenía el listado de los 10 elementos que hacían disruptivo un mensaje. La verdad es que todas las propuestas cumplían los 10 puntos, pero eran malísimas.
En un momento y ante la insistencia del consultor en que eran válidos porque cumplían el check list, me salió del alma decirle «Mira, estamos hablando de follar, así que no me recites el Kamasutra«. Y es que la disrupci∅n no puede esquematizarse porque, por el hecho de hacerlo, invalida el propio esquema. La disrupción es algo que fluye natural.
Mi consejo es que rías y desarrolles tu sentido del humor. Rompiendo patrones entrenarás tu inteligencia y lo harás disfrutando el proceso.
Además, abraza la disrupción, quiérela como a una mujer. No intentes controlarla, solo disfrútala como es. El mundo impredecible es mucho mejor, es más interesante y emocionante porque recuerda que, en el fondo, la predecibilidad es un coñazo
.
.
.