Llevo tiempo rayado con la idea de que la transformación es mucho más amplia que el alcance de los cambios que estamos realizando.
Como dice Javi Creus,
“Cuando las posibilidades se expanden, todo comineza de nuevo»
Es decir, cuando el rango de posibilidades es tan extenso, hay que dar un paso atrás para interpretar el cambio desde una perspectiva más amplia.
Por ejemplo, los bancos están intentando reinventar la banca cuando, en realidad, lo que se está redefiniendo es la relación que la sociedad queremos tener con el dinero. El cambio no va de servicios bancarios, sino del concepto de propiedad, de que ya no estamos dispuestos a cualquier cosa por dinero o de la economía colaborativa.
Hace tiempo planteaba la misma reflexión sobre si los medios de comunicación necesitan reinventarse o lo que se está redefiniendo es la relación que la sociedad queremos tener con la verdad.
La verdad no existe
Creo que la verdad no existe.
Existen los hechos. Nosotros los interpretamos y esa interpretación es lo que consideramos como verdad. Que Amancio Ortega done 290 millones de euros para comprar máquinas que detecten el cáncer, es un hecho. Que eso sea considerado un acto increíble de generosidad o una limosna humillante, es una interpretación del hecho, que convertimos en verdad.
De esta manera, y espoleados por el protagonismo que nos dan las redes sociales, cada uno tenemos una verdad. Y cada uno la creemos única.
El negocio de la verdad no es viable
Llevado a los medios de comunicación, me planteo entonces que el negocio de la verdad no es viable, porque no hay una verdad única. El concepto de medio de comunicación creo que se ha desagregado en tres vías.
· Los medios que sigan persiguiendo la verdad tendrán un negocio de pago ultrapremium para un nicho.
· Otros medios buscan el entretenimiento. Por ejemplo, los deportivos o los de corazón, para los que por encima de la aburrida realidad supuestamente objetiva está el entretenimiento.
· Finalmente están los que buscan activar la caja de resonancia. Hoy en día no queremos cuestionar nuestras ideas, sino reafirmarlas. No escuchamos para entender, sino para contestar. Si lo llevo al extremo, podría decirse que es más viable Ara que El Mundo, porque el primero tiene una audiencia cero crítica y una red clientelar garantizada.
Necesitamos influencias
La premisa de ‘Comunicación Emocional’ es que, en un mundo tan complejo donde tomar decisiones es tan complejo y hay que procesar tantos estímulos, buscamos formas de simplificar esa toma de decisiones.
Una de ellas es la generación de impulsos emocionales, que es el eje del libro.
Pero hay más. Otra es dejarnos influir, buscar referentes y asimilar su criterio para enriquecer el propio. Hace años, esto se manifestaba en esa búsqueda de la posesión de la verdad de la que hablaba antes. Buscábamos la verdad para dejarnos influir por ella. En realidad era una ‘verdad de autor’ a la que nos subrogábamos.
Ahora no. Ahora somos más sofisticados.
Ahora cuestionamos todo. No nos creemos que haya una verdad. Sabemos que toda información tiene un punto de sesgo.
Dice Rodrigo Cortés que la forma de filmar una escena, conlleva infinitos sesgos. Porque el plano, el filtro o el movimiento que aplica condicionan la percepción del contenido.
El propio acto de comunicar conlleva infinitos sesgos: cómo lo digo, cuanto tiempo le dedico a decirlo, dónde pongo el énfasis o lo atenúo,… el mismo acto de comunicar esta lleno de elementos que sesgan la transmisión del mensaje.
Estar informado no es buscar la verdad, sino entender las diferentes posiciones
Llegados a este punto, podemos tomar dos decisiones.
Podemos dejarnos llevar por la caja de resonancia y sindicarnos emocionalmente a una posición para repetir machaconamente mantras que, en realidad, no son nuestros.

O podemos ‘informarnos’.
Informarse hoy en día no consiste en encontrar la verdad. Consiste en entender los diferentes puntos de vista para comprender la realidad en su totalidad o en su abstracción.
Luego la interpretaremos y será lo que consideremos la verdad. Nuestra verdad.
Ahí si creo que hay un espacio para los medios de información que buscarán descripciones personales de la realidad para inspirar la toma de posiciones.
Los medios influyentes serán los medios honrados
¿Y qué medios de información consideraremos a la hora de hacerlo?
Pues Oscar Campillo me daba la clave en la presentación del libro la semana pasada. Los que no intenten manipularnos sino que nos trasladen sus ideas desde la coherencia. Los medios que no intenten convencernos a cualquier costa, sino que expongan su postura, dejando que nosotros decidamos qué elementos incorporan a su criterio.
Los medios honrados son aquellos que no manipulan lo que son.
Un medio que presume de verdad no genera confianza, porque la promesa de neutralidad es siempre falsa. No es respetuoso con la diversidad. Habrá futuro para los medios que interpreten la realidad desde su prisma, sin complejos, y nos la trasladen pero sin ocultar su sesgo y respetando nuestra capacidad de generar un criterio propio.
Me decía un día Richard Gerver que a la hora de hablar a un auditorio, si estás plenamente convencido de lo que dices, la mitad de la audiencia no estará de acuerdo contigo, pero todos te respetarán. Creo que, los que queremos informarnos y no la caja de resonancia, lo que buscamos son fuentes de información a las que respetemos, al margen de que nos reservemos la posibilidad de estar en desacuerdo.
Con la consultoría, lo mismo
Lo mismo sucede con la consultoría. Desconfío de los consultores en posesión de la verdad, que saben cómo deben hacerse las cosas y para los que casi todo el mundo es medio gilipollas e incompetente. Creo que los directivos necesitan a gente que enfoque la realidad bajo diferentes patrones mentales para ser ellos quienes generen un criterio decisional.
Bueno, en realidad es mi opinión, pero comprendo que lo contrario puede ser una verdad para alguien
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