LA GESTIÓN MÁS SIMPLE DEL TALENTO

LA GESTIÓN MÁS SIMPLE DEL TALENTO

No os preocupéis, este post no va de fútbol, pero dadme un poco de tiempo.

El Real Madrid es un equipo desordenado

El Real Madrid acaba de ganar su undécima Copa de Europa.

Lo cierto es que el juego del equipo es un desastre. Las frases más escuchadas son: “No saben a qué juegan”, “No tienen un estilo de juego”, “Es un autentico caos”,… y todo ello es verdad.

El problema es que es como que tiene que ser.

En realidad, el Real Madrid si que tiene un estilo: el desorden. Es un equipo que vive de la estampida, de la épica y de la iluminación. Es un equipo intuitivo.

Es un reflejo de cómo somos los españoles que, pudiéndolo todo, no lo hacemos. Eso si, cuando nos desahucian, le damos la vuelta a la situación. Siempre a última hora y no se sabe cómo.

Eso sí, vuelve locos a los espectadores.

Así se gestiona el talento disruptivo

Pero esto no es una oda al Madrid. A donde quiero ir es al modelo de gestión del talento. Hay un tipo de talento, el creativo, el disruptivo, el intuitivo, que no puede gestionarse mediante mecánicas y estructuras como intentó el anterior entrenador. Solo puede manejarse el estado emocional –y físico en este caso-, marcar unos objetivos claros y dejar que las cosas pasen.

Aquí está la chicha del asunto.

En este modelo de gestión, no hay objetivos intermedios. Solo hay un objetivo final. Si se consigue, éxito. Si no, fracaso.

Cuantas más indicaciones sobre el cómo, menos posibilidades de lograr el qué.

No es fácil, todo lo contrario. Nuestra naturaleza nos suele llevar a pensar que cuando hay movimiento, hay productividad. Pero en este caso, el manager, cuanto más quieto, mejor.

Tampoco es fácil tener que esperar al objetivo final, porque nuestra impaciencia no se ve atenuada con datos intermedios. Solo hay uno que llega al final y mientras tanto, estamos ciegos. La espera se hace muy larga.

Sin embargo es el modelo de gestión más simple porque solo hay un objetivo que centra todos los esfuerzos.

El Barça es el Procter del fútbol

Para los futboleros, es curioso ver otros modelos de gestión.

El Barça, por ejemplo, estructura una operativa funcional consistente en circular el balón sin que el rival lo robe. Desarrolla en sus jugadores unos talentos específicos para encajar en la maquinaria y lo escala hasta en sus categorías inferiores como una suerte de sistema formativo. Las posibilidades de consecución de los objetivos se fundamentan en datos intermedios como la posesión del balón y el management observa ese dato para validar que aunque se pierda un partido, si se tiene la posesión, es que se está trabajando en la ruta adecuada.

Es como el Procter del fútbol.

El problema aquí está en la mala gestión de la incertidumbre. Cuando las cosas no suceden como debería, no entienden que pasa y cunde el desconcierto.

Por otro lado, el Atleti fundamenta su forma de trabajo en el compromiso y la solidaridad. Parte de la premisa de que si todos están implicados y se ayudan, el talento de alguna forma hace media. Se diluye el talento individual, obviamente, pero no tienes puntos más débiles que otros. La técnica es bienvenida pero, si falta, se compensa con el coraje.

La gestión intuitiva está saliendo del armario

No hay un modelo mejor que otro. Esa es la cuestión. Nos han enseñado que solo los modelos lógicos eran válidos y los modelos intuitivos han sido denostados y considerados de menor nivel.

En “Desorden”, Daniel Solana argumenta el funcionamiento de la inteligencia mética, la intuitiva, y cómo hay gente que solo puede dar su mejor versión saliéndose de la cadena lógica y abandonándose a un instinto alimentado por la experiencia. El libro es una especie de salida del armario del talento intuitivo y es una obra que debe de ser leída, como guía o como referencia de diversidad.

Hay ahora una fiebre con las start-ups. Las grandes compañías intentan replicar su modelo de trabajo y definirlo como mecánica organizativa. El problema es que cualquiera que haya trabajado en una start-up sabe que la palabra que mejor define la forma de trabajar es precisamente esa: desorden

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