Desde 1988, cuando Jim Thompson fundó la Positive Coaching Alliance (PCA), comenzó a luchar contra la violencia en el deporte aficionado. Según la Asociación Nacional de Deportes Juveniles, casi en el 15% de los partidos se produce un enfrentamiento entre los padres, los entrenadores y los árbitros frente al 5% de hace unos años.
Según Thompson el premio a la deportividad se ha convertido en un premio de consolación para perdedores. Casi da vergüenza que te lo den. Es como “es muy malo, pero es buen chico”.
Lo que hizo Thompson fue buscar un marco lingüístico que cambiase las cosas. Y lo encontró. Se trata del concepto de honrar el juego, ‘honor the game’. Es un compromiso del jugador con el deporte al que tanto le debe.
Luego, hizo una campaña de relaciones públicas para que el concepto calase en los medios e influencers y que su uso se hiciese frecuente. Desde entonces, cada vez que un jugador norteamericano de cualquier deporte tiene una mala conducta dentro o fuera del campo, lo vemos en televisión pidiendo disculpas y clamando que ha “deshonrado el juego”. Ha deshonrado a su deporte.
En la liga de Baloncesto de Texas, donde se imparten los programas de la PCA, han pasado de pitar una falta técnica cada 15 partidos en 2002 a pitar una cada 57 en 2004. En la liga de baseball del norte de California, el número de expulsados se ha reducido en un 90%.
Los marcos lingüísticos
Me introdujo en el tema de los marcos lingüísticos Miguel del Fresno y desde entonces no he podido salir de ello. Cuando lo analizas te das cuenta de lo relevante que es para condicionar nuestro estado de ánimo hacia determinados temas y de lo poco conscientemente que lo hacemos.
En resumido, hablo de cuando a un concepto, se le sustituye la denominación por un término que conlleva unas connotaciones emocionales distintas.
Cuando Thompson cambió el concepto de ‘portarse bien’ por ‘honrar el juego’ movió la percepción de impacto individual de tus acciones al de impacto colectivo. La implicación emocional cambia. Elevó la trascendencia de tus acciones; no te perjudicas a ti, ni a tu equipo, ¡perjudicas a todo el deporte!
Cuando Obama gana las elecciones, su propuesta principal es el proyecto de sanidad pública. Obviamente, nadie puede estar en contra de la sanidad pública, es un marco lingüístico inatacable. Pues bien, ¿sabes cuál es el hashtag que se ha utilizado en twitter estos años para hablar del programa de sanidad pública de Obama? La respuesta es: #ObamaCare. Es decir, ya no es un proyecto social, es un proyecto personalista y eso lo hace criticable y cuestionable.
El manejo de los marcos lingüísticos es algo que hacen muy bien y deliberadamente los republicanos en Estados Unidos y de forma intuitiva la izquierda en España, aunque con la llegada de Podemos se ha ‘profesionalizado’ un poco.
La responsabilidad de hacer el bien
Lo que consigues con los marcos lingüísticos es convertir una crisis en una desaceleración económica. Tampoco es lo mismo que decrezca algo o que tenga un crecimiento negativo. La amnistía fiscal, implica el perdón injustificado a un culpable. A partir de ahí tenemos la #Casta, la #MaquinaDelFango, la #TripleAlianza, el #Villarato, la #CavernaMediática, etc.
El manejo de los marcos lingüísticos tiene mucho impacto en el campo de la comunicación y manejarlos adecuadamente puede marcar la diferencia en la percepción de las cosas. Es un poder que conlleva una responsabilidad. Por tanto, si queremos ‘honrar la profesión’, deberíamos utilizarlos para la influencia positiva como hizo Thompson, y no para la manipulación
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