Cada vez viven más en sus burbujas parlamentarias percibiendo una realidad muy distinta a la de la gente de a pie. Lo que viene sucediendo con los movimientos basados en las redes sociales que han tenido lugar últimamente en el mundo no es más que el resultado de la necesidad que tiene la gente de hablar con la gente. En este caso, lo que sucede es que los interlocutores tradicionales son puenteados porque ya no se consideran representativos debido a como distorsionan la voluntad popular. Ojito Las marcas cada vez somos menos honestos con nuestra naturaleza, nuestro adn. Intentamos parecer cool porque nos avergüenza ser una marca polvorienta, denostando lo positivo de valores como la tradición, el señorío, la confianza, etc. En definitiva, nos esforzamos por aparentar lo que no somos y nos avergonzamos de lo que realmente somos. Pero, ¿Conseguimos realmente engañar al consumidor? Pues neto, neto, NO. A los de marketing nos pasa como a los políticos. Nos hemos creado una burbuja, un universo propio, que nos hace percibir y transmitir una realidad distorsionada. Como los políticos, tratamos de deformarla intentando darnos valor y subsistir en nuestros tronos virtuales. Mi teoría es que el consumidor se va a cansar de nosotros como los jóvenes se han cansado de los políticos y, gracias a las herramientas sociales, nos van a acabar puenteando.
Y nos lo mereceremos. Triunfaran las marcas que no tengan nada que esconder, que sean espontaneas, que tengan personalidad, que se equivoquen, por que no.
Ojala suceda, porque entonces tendremos que volver a la verdadera esencia de la comunicación: la empatía. Tendremos que desechar la ingeniería de marketing, la tecnocracia, la mecanización y se producirá una comunicación sincera y emocional entre marca y consumidor al margen de apariencias impostadas aprendidas en las mejores escuelas de negocios