NO ES LO MISMO EL PODER QUE LA INFLUENCIA

NO ES LO MISMO EL PODER QUE LA INFLUENCIA

El cargo siempre ha definido nuestro status profesional.

Cuando rellenas un impreso de inscripción, la casilla ‘cargo’ sirve a los organizadores para conocer el nivel decisional de los asistentes al congreso, porque cuanto más cargo, más capacidad de decisión.

O no.

Las organizaciones son complejas y son organismos vivos.

Los movimientos se producen por una serie de interacciones entre distintas áreas y los ejecutivos se ven atrapados por la mecánica organizacional. El de marketing toma las decisiones triangulando las necesidades de financiero y de comercial, porque las decisiones unilaterales tienen poco recorrido. La mayoría tienden a ser boicoteadas y la mayoría del resto se quedan en el camino y pasan factura.

Las decisiones hoy en día se toman de forma orgánica, no jerárquica.

Por otro lado, sin el soporte del equipo, es imposible sacar adelante un proyecto e incluso puede retratarnos como malos gestores por recursos humanos. En este caso, no es que el cargo no determine la capacidad de decisión, es que solo determina la capacidad de veto.

Debido a estos dos factores, el concepto de ‘cargo’ ha perdido mucho del lustre de antaño.

La influencia es la capacidad de hacer que las cosas pasen

Por otro lado, tenemos el factor de la influencia. En las organizaciones hay personas cuya mano se ve en las cosas que pasan. Se trata de tipos que llegan a las negociaciones con el pescado pre-vendido, porque se han ganado la confianza transversalmente con su forma de actuar. O que tienen cualidades específicas que les permiten aportar un valor diferencial a los proyectos por lo que su opinión equivale a la de superiores jerárquicos. O que están conectados a una red de iguales que viraliza las ideas dentro de la organización.

El cuadrante cargo/influencia

Tenemos dos factores que determinan tu capacidad operativa en una organización: el cargo y la influencia.

Si los ubicamos en un cuadrante según la intensidad de ambos, encontraremos diferentes versiones de equilibrio cargo/inflluencia.

Las personas con alto cargo y alta influencia son los Profesionales Estrella. Están en su momento óptimo de autorrealización profesional y solo les queda ir ascendiendo y esperar a que se haga efectivo el principio de Peter 

Las personas con bajo cargo y baja influencia se dividen en dos grupos: los que lo llevan bien y los que lo llevan mal.

Los primeros son los que llamaré Funcionarios Felices. Son aquellos trabajadores que realizan su trabajo sin la frustración de que la dirección tome decisiones contradictorias o que la política se imponga siempre al mérito. Ellos son felices haciendo bien su trabajo.

Los segundos son los Quemados Profesionales. Su peor versión son los Profesionales del Queme. Sienten que la organización no valora sus capacidades y no consiguen influir en la organización. Al final, es más fácil la política que la influencia y priorizan ascender jerárquicamente porque, al menos, les da poder nominal.

Con alto cargo, baja influencia y llevándolo bien, tenemos a los Políticos. No sufren porque no salgan adelante proyectos personalistas si estos van a penalizar su prestigio político. Al fin y al cabo, nadie tiene la razón absoluta. Prefieren que sea el board quien marque la pauta y ellos ser útiles para el fin.

Los que lo llevan mal voy a llamarlos Talento Infrautilizado. La organización los considera talento porque les da jerarquía, pero no son capaces de imponer su visión. Son aquellos que consideran que su margen de acción no se corresponde a su cargo y que, bien por arriba o por abajo, no saben seguirle el ritmo. Le gustaría un modelo más jerárquico y mayor disciplina de equipo.

Con bajo cargo, alta influencia y llevándolo bien, están los Pragmáticos. La sensación de hacer que las cosas pasen, les distrae de ambiciones jerárquicas. Su gasolina son los hits que son capaces de lograr y cuando estos faltan, pasan al grupo de los que lo llevan mal: los Antisistema enjaulados en el Sistema.

Estos lo pasan mal porque su ambición por influir en territorios superiores no es posible sin escalar en la jerarquía nominal.

Estamos entrando en la era del autoconocimiento

El autoconocimiento es clave para la autogestión. Por eso he intentado formular todas las casillas de forma medio amable para que no tengamos reparos en identificarnos con alguno de los grupos.

No es bueno ni malo, de hecho fluctuamos por el cuadrante a lo largo de nuestra carrera y según las circunstancias del mercado. Pasamos de influir a mandar, de llevarlo bien a llevarlo mal. Solo hay una casilla de la que hay que salir corriendo y por la que todos pasamos en algún momento: la del queme.

Por otro lado, el ideal es trabajar la política y la influencia al mismo ritmo

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