Las capacidades se desarrollan. La capacidad es el potencial de poder hacer algo y, partiendo de una base genética, se puede entrenar hasta un determinado nivel de maestría.
Es precisamente ese nivel de maestría en el que me apoyo para reflexionar sobre el factor que hace que haya gente con tanta facilidad para alcanzar niveles mayores de excelencia.
Me voy al fútbol.
Hay jugadores ‘que tienen gol’ y los hay que no. Son jugadores que juegan mejor o peor, participan más en el juego de equipo o menos, pero siempre acaban sumando una gran cantidad de goles.
¿cuál es el factor que les hace ser así?
Para ellos, el gol es un instinto. Hay jugadores que cuando reciben el balón intentan la jugada y, si hay oportunidad, disparan a gol. Hay otros jugadores que cuando reciben el balón disparan a gol y, si hay oportunidad de hacer otra cosa mejor, la hacen.
Para los primeros, el gol es una oportunidad, una opción. Para los segundos el gol es lo normal, la opción por defecto.
Cuando el goleador va a recibir el balón, ya tiene acomodado el cuerpo, referenciada la portería y predispuesta la mente a cumplir con su instinto: el gol. Cualquier otra opción, es una rectificación.
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Las capacidades se entrenan
Y de instinto es de lo que se trata. La diferencia es que la capacidad es la posibilidad de poder hacerlo si lo consideras adecuado. La vocación es una querencia que no puedes evitar tener.
La capacidad analítica, de delegar, de liderazgo o cualquier otra, se desarrollan. Existen técnicas y modelos de aprendizaje que, debidamente entrenados y practicados, acaban por dotarnos de esas capacidades. Lo que ocurre es que siempre serán recursos que tendremos a nuestra disposición como alternativas al que sea nuestro instinto real.
Un tipo pragmático, podrá desarrollar una capacidad estratégica y conceptual suficiente pero, llegado el momento y especialmente bajo presión, se olvidará de la línea de coherencia estratégica para resolver el problema puntual.
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Las vocaciones también se pueden desarrollar, pero si hay motivación
Pues bien, la vocación también se puede desarrollar. Lo que ocurre es que requiere mucho más tiempo y establecer conexiones con los circuitos motivacionales y pasionales. La vocación no se maneja con el consciente -que procesa a 55 bits por segundo según John Barg- sino con el inconsciente -11 millones de bps-, que es lo mismo que el consciente pero más potente aunque no nos es visible.
La vocación es una decisión pre-tomada. Es la decisión por defecto. No nos paramos a pensar sino que comenzamos a hacer antes de ser conscientes de que lo estamos haciendo.
Desarrollar una vocación consiste en algo así como resetear nuestro sistema operativo para sustituir en la rutina decisional esa primera opción por defecto por otra y eso solo se puede hacer con tiempo y con muchas ganas -motivación-.
Por eso está tan conectada a lo pasional y lo motivacional. Sin unas ganas que trasciendan de las dificultades que implica y por las que seamos capaces de sacrificar otras opciones, es imposible desarrollar una vocación.
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Un tipo con vocación de liderazgo
Hace poco he conocido a una persona con la vocación de liderar. Cada propuesta que le cae delante, cada decisión que tiene que tomar, cada vez que interpreta una situación, lo hace con el claro instinto de elevarlo a un objetivo superior que arrastre a cuanta más gente mejor generando el mayor impacto social posible. Parece como si no pudiese evitarlo, como si no fuese capaz de pensar en pequeño. Cuando le va a llegar la información, él ya está acomodando sus decisiones a impulsarla creando algo más trascendente.
El resultado es un personaje que arrastra voluntades, pero sin ruido ni aspavientos. Porque para él el gol no es algo excepcional, es lo normal…
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