NO HAY QUE TOMAR LA DECISIÓN CORRECTA

NO HAY QUE TOMAR LA DECISIÓN CORRECTA

Últimamente todos tenemos el mismo discurso sobre la transformación digital y en qué consiste este nuevo mindset.

Sin embargo… ¿por qué cuesta tanto que pasen cosas?

Voy a resumir el problema en estas seis palabras:

“hay que tomar la decisión correcta”

Este es el cáncer de la dirección ejecutiva de hoy en día

¿cuántos ejecutivos posponen una y otra vez la toma de la decisión por no estar seguros al 100% de que sea la correcta?

¿cuántas veces se acumulan tantas opiniones en búsqueda de la verdad absoluta que se bloquea la discusión por “enfangamiento”?

¿cuántas veces se «reinterpretan» los datos para que validen la decisión tomada?

Lo correcto no existe

Generar la idea de que exista una “decisión correcta” no es más que una forma de eludir la responsabilidad sobre la toma de la decisión.

A ver, es iluso pensar que pueda haber una solución correcta al 100% y en todos sus matices.

Solo puede darse en trabajos técnicos y el marketing –mal que les pese a los fanáticos de la mercadotecnia- no lo es. No existe secuencialidad recurrente cuando se trata de incidir en las percepciones, emociones y motivaciones de la gente.

Tu deber es el de tomar decisiones

Lo que debe de hacer un ejecutivo es tomar decisiones. No las correctas, que no existen, tan solo decisiones. Lo único que se le pide es que sean coherentes convergiendo en un objetivo que, a su vez, es coherente con el resto de objetivos.

Tenemos la responsabilidad de tomar decisiones para que pasen cosas y, si tenemos claro donde vamos, podemos asumir las imperfecciones y decir “no es perfecta, pero al menos avanza hacia donde queremos llegar”

En caso contrario, seguiremos parados…dándole vueltas…debatiendo sobre ideales y los ideales no pueden ser discutidos porque son perfectos en si mismos. Las cosas que pasan, los hechos, siempre son criticables porque todos tienen alguna imperfección.

El engaño de la decisión correcta

¿por qué creamos entonces la ilusión de la existencia de una opción infalible?

Pues veréis, esto funciona así:

  1. Hago pensar que existe una única solución mágica que resuelve todo perfectamente.
  2. Desvío la miradas que hay sobre mi como responsable del proyecto, hacia ese ideal.
  3. Ahora todo el mundo busca el gamusino, por lo cual se sienten más libres de opinar. Es más fácil opinar que debatir.
  4. Al opinar, forman parte de la decisión y por lo tanto, si falla, hemos fallado todos con lo que las excusas –y a veces las trampas- tendrán mayor aceptación.

La musa de las decisiones

Hay una fantástica charla TED en la que la escritora Elisabeth Gilbert explica cómo la gente más creativa, a lo largo de la historia, ha querido crear la idea de que su inspiración es provocada por un ente externo, las “musas”. Se trata de la única forma de quitarse de encima la frustración cuando tienen un bloqueo creativo; es culpa de otro. De ahí los amuletos, los rituales, las supersticiones. Son una forma de decir “mi capacidad creativa no está en mis manos, no es mi culpa”

Con las decisiones sucede igual. Se podría decir que la musa del management es «la decisión correcta». Porque que si hay una solución ideal, los fallos no proceden de mi responsabilidad decisora, es que no he dado aún con la perfección.

La perfección no existe y cuanto más pienses que tu decisión puede llegar a no tener fallos, más te estás engañando.

Respeto y coherencia

La solución pasa por tener una alineación estratégica y de propósito que nos de coherencia para, a continuación, generar una cultura de respeto por la capacidad decisional de los otros y por parte de los otros por la nuestra.

Entonces, ya no hará falta tomar «decisiones correctas»

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