Últimamente mucha gente, cuando les enseño una presentación, proyecto o discurso, me viene a decir que le entusiasma mi planteamiento, pero que “la gente no lo va a pillar, es un discurso demasiado elevado”.
Sin embargo, me he dado cuenta de que cuando doy clases a gente joven no pongo filtros. Les meto la misma intensidad de discurso y conceptos que a ejecutivos de alta dirección.
Y si.
Si que lo pillan.
Puede que no todo el detalle, pero lo sustancial lo entienden perfectamente. Además, los seniors también olvidan el detalle por saturación así que el efecto es más o menos el mismo.
Empatizar para comprender
Lo que hago en estos casos, es proyectarme en situaciones en las que yo actúo igual y hago un honesto ejercicio de introspección.
Mis conclusiones son las siguientes:
1. Cuando le digo a alguien que su discurso está demasiado arriba para la gente estoy poniéndome ahí arriba, junto al discurso, y mirando a la gente que está ahí abajo. Es decir, lo hago como ejercicio de auto-afirmación lo que pone en evidencia mis inseguridades.
2. También lo hago cuando critico proyectos que hacen otros. Se me olvida que mis proyectos son igual de criticables en muchos aspectos. Si todo mi mérito está en ver las fisuras de lo que hacen otros, mal vamos. Ellos, al menos, han hecho algo.
3. Cuando digo que alguien es muy malo haciendo su trabajo, lo hago desde mi forma de hacer las cosas y ninguneo lo que no soy capaz de hacer yo. En realidad no me reafirma, me devalúa porque no se agregar valor al mío
En conclusión, me niego a pensar que la gente es inferior, al menos mucha gente. Y también me niego a tratar a los jóvenes como si fuesen tontos.
Pero bueno, no estoy seguro de que lo vayas a pillar
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