Hoy en día es imprescindible una mentalidad educada en el dato.
No se puede hablar con propiedad sin tener datos que respalden nuestros argumentos. De hecho, hay auténticos expertos capaces de arrojar luz sobre cualquier decisión ayudando a que está sea tomada de forma informada. Estos tipos son brillantes y tienen un nivel de maestría espectacular.
El problema somos nosotros.
Los advenedizos del dato, los que tenemos que tomar decisiones, hemos entrado con más entusiasmo que criterio y la verdad es que lo hemos hecho como un elefante en una cacharrería. La buena noticia es que casi todos estamos concienciados de su importancia. La mala es que no sabemos usarlos.
Seguro que hay muchos más, pero estos son algunos de los errores propios y comunes que he observado en el manejo de datos.
Acumulación vs dato útil
El dato para nosotros los decisores es algo así como las runas. Las tiramos encima de la mesa esperando que la solución se dibuje sola. Para ello, pensamos que cuantas más runas mejor y hemos desarrollado un síndrome de Diógenes del dato que no lleva más que al caos y la acumulación de porquería. Dedicamos el 80% del tiempo a acumular información y el 20% a analizarla cuando debería ser al revés.
Validación selectiva
Va, reconócelo. Tú también te has encontrado en un workshop en el que te apoyabas en un dato del estudio que reforzaba tus intenciones y desacreditabas el siguiente alegando nosequé sesgo. Lo hacemos todos, es humano y no hace falta más que ser honesto con ello.
El declarativo
Los Reyes Magos, el Ratoncito Pérez y El Declarativo. Creemos en ellos porque nos conviene creer, pero a estas alturas y con las experiencias que estamos viviendo, ¿quién piensa que la gente reflexiona sus respuestas?
No digo que mientan, digo que contestan superficialmente cosas que, a la hora de actuar, muchas veces no se corresponden con la realidad.
La verdad, pero ¿qué verdad?
Los datos son interpretables siempre. Todos los años se nombra al ‘actor mejor pagado’ pero ¿a qué nos referimos? ¿es el mejor pagado en valor absoluto o al que se le paga más caro por película?
Tomamos un titular que incluye un dato pero no discriminamos a qué se refiere ese dato en realidad. Tampoco hacemos el ejercicio de reenfocarlo desde otro prisma para ponerlo a prueba -solo si nos conviene-.
No tenemos ponderación
Los asistentes a este curso dicen que les gustan las clases inspiradoras. Bien, pero ¿quién lo dice? ¿cuáles son las naturalezas y prejuicios de los encuestados? ¿cuál es la polarización del grupo? ¿significa ‘inspirador’ lo mismo para todos? Todo ello son elementos que ponderan el resultado y que no solemos considerar (por no entrar en que se trata de un declarativo).
Ahí va un dato: el 80% de la gente que lea este post instintivamente habrá visto alguno de los errores en alguien cercano en el trabajo y solo el 20% pensarán que en cierta medida les pasa a ellos.
Porque, como dice Robert Kurzban en ‘Why everyone (else) is a hypocrite’ nuestro inconsciente nos hace vernos mejores de lo que somos como herramienta de protección.
Los datos son falsos, obviamente, pero refuerzan tanto el titular que…
¿para qué ser tan tiquis-miquis?
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