PARA INNOVAR HAY QUE ESTAR MUY CIEGO

PARA INNOVAR HAY QUE ESTAR MUY CIEGO

David Casinos es uno de nuestros mejores atletas paralímpicos con cuatro oros consecutivos en los juegos de Sídney, Atenas, Pekín y Londres en lanzamiento de peso y otro oro en Londres en lanzamiento de disco.
David nació en 1972 y se quedó ciego en 1998 como efecto lateral de su diabetes.

Es decir, tuvo 26 años en los que podía ver perfectamente hasta que, en un plazo de un mes, perdió totalmente la visión.

Hace unos días, en Everett16, nos narraba cómo fue su proceso de asimilación de la nueva situación. David es una buena persona, pero además es un apasionado de la vida por lo que aquello no fue nada fácil.

Innovar es como quedarte ciego

Describía la sensación de tener que lanzarte a lo desconocido cada día, de no saber lo que tienes delante aunque transites por el mismo camino que ayer. La sensación de que, día tras día, vas a tener que dar un paso sin saber los obstáculos que se te pueden presentar a cada momento.

Por alguna razón, me proyecté en su narración y pude empatizar en cierta medida con lo que David contaba.

En todo proceso de innovación o de creación –no tanto de creatividad- te enfrentas a una situación de ceguera total. Avanzas, pero no sabes.

Unas veces vas tanteando, pasito a pasito, esperando detectar el obstáculo para hacerte una idea de sus dimensiones y así tratar de sortearlo, pero te desesperas porque te das cuenta de lo lejos que está el destino y te imaginas que, tan lento, no llegarás nunca.

Otras coges velocidad, va todo fluido hasta que te golpeas con la esquina de una mesa que alguien ha movido. Entonces dudas. Se te quitan las ganas de ir tan suelto porque no sabes qué otras cosas pueden haber cambiado de sitio.

La innovación es un problema emocional

A donde quiero llegar es a que, cuando David explica cómo superó su proceso de adaptación, no hace una descripción técnica de ello. No describe la mecánica para mover el bastón ni cómo se coordina con su perro. David explica cómo se sobrepone a la desesperación, a la frustración y a la ansiedad.

Cuando estás innovando, te enfrentas a la soledad, proyectas resultados sobre los que no tienes certeza, te topas con problemas que no deberían de estar ahí, tienes que transmitir una seguridad que no tienes a los que te rodean.

Pues la soledad, la incertidumbre y la duda son cuestiones emocionales. Es decir, si quieres que tu equipo innove, antes de darles los recursos, estructura, formación y técnicas, preocúpate de darles apoyo emocional porque lo van a necesitar.

Es una cuestión de actitud

Del mismo modo, no pienses que la gente más brillante es la que tiene más posibilidades de producir innovaciones exitosas. La gente inteligente suelen ser malos gestores emocionales porque son capaces de proyectar conceptos ideales y entienden la realidad con precisión. Pero la percepción de ese gap entre lo que debería de ser y lo que es les provoca una permanente infelicidad.

Si quieres innovar escoge a valientes. No digo a gente segura de lo que hay que hacer, digo a gente dispuesta a pelarse las espinillas con los picos de las mesas y seguir adelante. Gente flexible, capaz de amoldar el camino para llegar a su destino. Gente con pasión y optimismo. Gente a la que no le detenga la ceguera.

Todos los días sale el sol

Hoy es el día de la madre y viene a cuento algo que un día David le dijo a la suya:

“Mamá, no te preocupes.

Todos los días sale el sol.

Y si no, ya me encargo yo de sacarlo”

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