Últimamente se publican centenares de artículos con técnicas para ser más creativos, más innovadores, mejores líderes o más guays en general. Sin embargo no parece que el número de ideas innovadoras o creativas siga la misma pauta de superproducción. Tampoco aparecen hordas de líderes y mucho menos de tíos guays.
Los discursos sobre transformación digital son de uso corriente, sin embargo las cosas no terminan de pasar.
En los procesos de reclutamiento hay una frase que repiten machaconamente los head hunters y los responsables de recursos humanos a petición de las unidades de negocio: “hace falta alguien que haga que las cosas pasen”
Sin embargo, la gente que quiere incorporar a gente que haga que las cosas pasen, no consigue que eso pase.
Pero, ¿por qué no pasan las cosas?
Aquí algunas ideas
Lo perfecto es que algo suceda, aunque sea imperfecto
En Inteligencia Ejecutiva, Jose Antonio Marina define cómo la inteligencia cognitiva es la capacidad de generar modelos abstractos e ideales. Lo que ocurre es que en la realidad las cosas no son perfectas, no se ajustan a ideales. La inteligencia ejecutiva es, simplemente, la capacidad de hacer que las cosas pasen y de gestionar la realidad para ello.
Mientras sigamos pensando que las cosas deben de ser perfectas o predecibles, no seremos capaces de hacer que las cosas pasen.
No sabemos por dónde empezar porque no sabemos por dónde continuar
No nos confundamos, el problema no es cómo arrancamos, es que no tenemos claro a dónde vamos. Cuando sabes dónde vas, es muy fácil dar el primer paso. Si le dedicásemos más intensidad a fijar los fundamentos y objetivos de nuestros proyectos, pasarían más cosas.
Nos falta convicción…
Cuando estás convencido de que puedes hacer algo, lo haces. Punto. El problema es que no nos lo terminamos de creer. A veces por miedo al fracaso o a salirnos de la norma. Otras porque estamos más cómodos en lo que conocemos. La manida zona de confort.
…porque nos falta motivación
El problema es que no estamos motivados de verdad. No nos mueve la búsqueda de la excelencia, nos mueve la búsqueda de la seguridad. El problema no es que falte emprendimiento, es que antes de emprender hace falta competitividad. Si lográsemos que nos motivase el ser mejores, pasarían más cosas diferentes.
Nadie critica lo que no pasa
Otro miedo es a la aceptación. El liderazgo –y el que va delante cuando las cosas pasan es el que lidera- implica mucha soledad. Y mucha crítica. Hacer que las cosas pasen conlleva que la gente lo critique porque no es perfecto o por cualquier otra cosa. Después del esfuerzo e implicación que hay que poner para que pasen cosas, es muy frustrante tener que aguantar a los que critican desde una cómoda posición. Por eso las empresas están llenas de gente que prefiere no hacer nada a que te machaquen los que no hacen nada.
El repertorio de excusas es amplio
Hay un catálogo de excusas demasiado grande como para resistir la tentación de coger alguna y justificar nuestra inacción.
Aquí solo el top 3:
- “Si es que no me llega el tiempo”. Mentira. Lo que no nos llegan son las prioridades. A veces estamos tan entregados al politiqueo corporativo que ponemos en la cola de las prioridades a los clientes. Y los que pagan nuestros salarios al final son ellos. Nuestros jefes solo son intermediarios.
- “Es que no visualizo a dónde nos lleva”. ¡Ah!, claro. Es que tenemos visualizado el destino de todos los movimientos que hacemos… Pues para ser tan listos, no hemos triunfado tanto. En el entorno de impredecibilidad en que vivimos, pretender tener un detallado roadmap de todo lo que hacemos implica que no haremos nada. Es como si un equipo se negase a jugar el partido hasta no saber el resultado final.
- “No hay huevos”. Efectivamente. No los hay porque el hacer cosas nuevas implica riesgos. Lo que ocurre es que el mundo se mueve y permanecer quieto implica el mismo riesgo que dar un paso adelante.
En definitiva, si pasas de que las cosas pasen, van a pasar cosas que no quieres que pasen
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