¿POR QUÉ SOLO PUEDES SER MÁS FELIZ A LOS TREINTA QUE A LOS CUARENTA?

¿POR QUÉ SOLO PUEDES SER MÁS FELIZ A LOS TREINTA QUE A LOS CUARENTA?

Nuestros padres aspiraban a ser como los suyos y por eso imitaban sus códigos de conducta, de vestimenta e ideológicos. Había una aspiracionalidad vertical.

Sin embargo, nosotros queremos ser jóvenes y por eso nos ponemos sudaderas con capucha, chocamos el puño y elucubramos con dejar el trabajo y unirnos a una de esas empresas nativas digitales. Se produce una aspiracionalidad inversa.

Es normal.

Cada vez que vas a una conferencia de transformación digital, aparece allí un treintañero hiper-lúcido que te desmonta las convicciones profesionales y te explica por qué, al contrario de lo que te sucede a ti, él es super-feliz en su trabajo.

De hecho, él ya pasó por multinacionales como la tuya. Después de la carrera y un par de post grados, pasó por la consultoría, estuvo unos años en una multinacional de las telecomunicaciones y desde que se unió con 29 años a esa empresa joven cuya app todos tenemos en el móvil, cambió su vida. Ahora, con 32, es un tipo que no trabaja sino que desarrolla su pasión, en un clima de colaboración total y contribuye cada día a cambiar el mundo.

Me encanta ver a gente así, porque es lo que necesitamos; gente que viva apasionadamente lo que hace y que nos saque de la zona de confort acometiendo una transformación social y profesional que va a hacer un mundo mejor.

Oye, y falta que hace.

Lo que ocurre es que cuando salgo de esas conferencias, suelo ver a muchos de esos que estamos entrados en los cuarenta caminando cabizbajos hacia el coche, pensando que nuestra vida es una mierda y haciendo acopio de fuerzas para afrontar cómo cruzar mañana el torno de la oficina con nuestra casposa tarjeta de acceso.

Siempre nos dicen que la riqueza está en la diversidad, pero parece que solo hay un enfoque, desde lo que viven ellos -el futuro- a lo que vivimos nosotros -el pasado-. Pues tan solo me gustaría hacer el ejercicio de plantear unas reflexiones en el sentido inverso; desde nosotros hacia ellos.

(Por simple amarillismo, lo expondré caricaturizando la situación)

Carta a mi amigo el triunfador

«Querido amigo treintañero que triunfa en una empresa que está cambiando el mundo,

Déjame tan solo exponerte mi visión sobre unos cuantos aspectos:

La felicidad es algo subjetivo.

Hay gente que es feliz en situaciones que a ti te parecen espantosas. Es más, la percepción de felicidad se va construyendo con los años y cuando llegas a los 45 te das cuenta de que tu felicidad de los treinta era más una suerte de borrachera idealista. Porque lo que realmente cambia el mundo es la educación que les das a tus hijos cada día.

Tú no sabes lo que es una multinacional.

Si tiro para atrás, pienso que tienes 32 y te uniste con 29. Ponle tres años en esa multinacional en la que estuviste, a la que llegaste con 26 y en la consultora dale dos añitos para que quepan la carrera y los masters. Vamos a ver, con 26 años en una multinacional eres poco más que un becario porque la dificultad para sacar adelante proyectos serios empiezas a vivirla a partir de los 35 y las cuchilladas serias te las empiezan a dar a los 40.

Tienes razón en todo lo que dices de las multinacionales, pero tú no lo has vivido.

Te das aires de superioridad.

Si, transmites aires de superioridad. O mejor dicho, proyectas percepción de inferioridad sobre mi.

Verás, yo hacía lo mismo con los de comercial; eran paletos sin carrera que no tenían criterio para discutirme mis espectaculares planes de marketing. Lo que pasa es que con en tiempo –mucho más tarde de los 32-,  empecé a ver que tenían una habilidad para manejar su intuición y orientarla a la consecución de los objetivos de negocio. Empecé entonces a valorar que no eran mejores o peores, que eran diferentes y necesarios.

Tener distintas formas de pensar enriquece el resultado.

Yo he estado donde tú estás, pero tú no has estado donde yo estoy.

El cerebro evoluciona. A tu edad es más rápido, más ágil y más flexible. Pero a la mía se desarrolla la inteligencia cristalizada, que es la que no tiene que ir rápido, porque ya conoce la solución y salta directamente a ella. Si te parezco lento es porque me haces explicarte el trayecto, pero yo ya se donde voy. Los que tenemos experiencia lo sabemos.

Yo te aprecio, apréciame tú.

Me maravilla cómo afrontas el mundo, tu idealismo y tu transgresión jerárquica. Por eso voy a tus conferencias. Pero el mundo no cambia si no cambia entero y unos pocos pueden liderar el cambio, pero no lo hacen. Valora que hay muchos profesionales que tienen otro tempo, y que tienen que cambiar. Si no, corres el riesgo de caer en un sectarismo que produce una quiebra social.

Ya he visto en muchas otras ocasiones, te lo digo por experiencia.

Deseando verte y con ganas construir el futuro juntos»

.

.

.

Post navigation