PROCRASTINACIÓN: EL ANTÍDOTO

PROCRASTINACIÓN: EL ANTÍDOTO
Vamos a toda leche.
Eso es innegable.
La velocidad a la que pasan las cosas ha hecho que se
acumulen los acontecimientos y emerja una nueva palabra que nos ayuda a
describir nuestra incapacidad para cumplir con aquello que tenemos que hacer:
procrastinación.
Como parece un nombre de enfermedad se ha puesto de moda
rápidamente porque una enfermedad es considerada como algo ajeno a nuestra
culpa
: “si yo estaba dispuesto, pero sufro de procrastinación”, “en cuanto se
me pase la procrastinación, me pongo a ello”.
Pero no me voy a regodear más en ello. La red está llena de
brillantes artículos, vídeos, charlas y demás.
De lo que quiero hablar es de un antídoto. No, no se trata
de la planificación, priorización y gestión del tiempo. Están muy bien y
funcionan pero son métodos preventivos y cuando estás metido en medio del
tsunami, no sueles tener el coño para farolillos…¡perdón! Me refiero a que
cuando se te acumulan las cosas, ya es tarde para volver atrás y planificar.
Incluso parar y priorizar se hace un mundo.
Mi solución se llama “La Gestión del Impulso”.
Se trata de aprender a surfear tus impulsos, a subirte en
ese impulso –aunque sea pequeñito- que te lleva a ponerte a hacer algo, para
después llevarlo hasta el final.
Por ejemplo, llevaba tres semanas sin escribir y se había
convertido en un “vampiro de energía”. No era importante, pero sabía que tenía
que hacerlo y cuanto más tiempo pasaba, más me costaba. Lo que he hecho ha sido
aprovechar que he pasado al lado del ordenador y lo he recordado. Entonces he
tenido un pequeño, mínimo, ínfimo impulso de escribir sobre esto y lo que he
hecho ha sido dejarme “empujar” por él. Llevo 10 minutos y ya no me cuesta. Es
más, me cuesta no hacerlo.
Lo mismo ocurre con esa llamada que tenemos que hacer pero
no vemos el momento. Siempre hay un flash, un microsegundo en que el impulso
aparece. El truco está en agarrarse a él sin pensar mucho, entregarnos inconscientemente
y abandonarnos un poco de tal forma que, cuando nos damos cuenta, ya hemos
marcado y está dando señal.
Se trata de dejar de pensar en que lo tienes que hacer y
abstraerte solo al impulso porque la mayor parte del problema es el tiempo que
le dedicamos a pensar en el agobio de lo que tenemos pendiente.
Obviamente, la gestión del impulso no prioriza
necesariamente, pero hace que vayan pasando cosas. Vacía el buffer y nos libera
carga emocional
, esos vampiros de energía de los que hablaba.
Una cosa muy curiosa de la gestión del impulso es que,
cuando comienzas con la tarea, quieres terminarla. No quiere decir que la
acabes de una forma óptima pero, como dijo Voltaire: “Lo perfecto es enemigo de
lo bueno”
.
Todo lo que pasa puede ser mejorado, pero las mejoras se ven
porque está pasando.
Hace poco, mi hijo quería comprarse un piano y le planteé hacer
una ronda de inversores. Esa misma tarde nos pusimos, grabamos, editamos y
publicamos. Os aseguro que se podía haber hecho mejor si le hubiésemos dado un
día más, pero también os aseguro que al día siguiente hubiesen aparecido otras
cosas que hacer.
Cuando estás metido en la tarea, lo que más te apetece es
acabar y es esa la oportunidad que hay que aprovechar.
Estoy seguro de que puedo mejorar este post, pero lo voy a
publicar porque tengo el impulso de hacer una llamada que tengo pendiente y que
si no, no haré. Y lo voy a publicar ahora mismo porque si no, se convertirá en
otro archivo de word que me encontraré en el escritorio dentro de unas semanas
y que decidiré eliminar porque, ¡bah! ya no importa…
.
.
.

Post navigation