RISTO MEJIDE TENÍA RAZÓN: ERES UN PRODUCTO

RISTO MEJIDE TENÍA RAZÓN: ERES UN PRODUCTO

Siempre pensé que fue una frase sustancial encasillada en una supuesta frivolidad por el contexto en que se produjo. Mi primera reflexión en aquel momento fue que Risto hablaba desde la reciprocidad de saberse él mismo un producto y de estarse gestionando en el propio hecho de decirlo.

La arrastré en el inconsciente una temporada hasta que un día me sobrevino con cierto grado de madurez: “Soy un producto. Un servicio en mi caso”.

Ni jefes ni subordinados; clientes y proveedores

Desde entonces no volví a entender el concepto de jefe y subordinado. Desde entonces siempre he tenido clientes que utilizaban mis servicios y proveedores a los que debía sacar el mejor rendimiento. Nunca diferencié entre una agencia y alguien de mi equipo.

Probablemente por eso fui tan mal jefe…

Y es que sigo sin creer en ellos.

Será una gilipollez pero, desde que pienso así, vivo mi contexto laboral de otra forma. Lo vivo con mayor sensación de control sobre mi futuro, no porque esté perfectamente planificado sino porque tengo el control sobre el producto –servicio en este caso- y porque está en mi mano el trabajar duro para mejorarlo. No estoy a expensas de lo que tenga previsto mi jefe para mi, intento yo satisfacer las necesidades de mi cliente.

Esta forma de entender el trabajo no te da otra opción que el espíritu de mejora –que no es lo mismo que el manejo de la política- y la vocación de servicio –que no es lo mismo que el servilismo-.

Del cliente único al mercado libre

Hay varias formas de gestionar esta relación.

Recuerda que hablo siempre de profesionales con un salario trabajando en una estructura convencional.

El cliente único

Es la situación tradicional en la que prácticamente entregamos nuestro desarrollo profesional a una persona. En este caso, no nos queda otra que focalizar en la fidelización. Corremos el riesgo de caer en el servilismo y normalmente nuestra autoestima está únicamente referenciada al reconocimiento de nuestro jefe.

Conocí una agencia que trabajó durante 16 años para un solo cliente porque fue creada ad hoc. Cuando aquello terminó fue dramático.

El cliente único con múltiples interlocutores

En esta situación consideramos que el cliente único es la Compañía y los interlocutores son los diferentes stakeholders; el Financiero, el de Ventas, los de Corporación, el de Recursos Humanos. En este caso estamos más conectados con lo cual nos protege más de una eventual quiebra de confianza con nuestro cliente nominal –el jefe-. Eso si, nuestra percepción de valor sigue condicionada por un criterio único, el de la Compañía.

Mercado Libre

Sobre el papel mola mucho, de hecho es el preferido de millenials, gen X quemados y baby boomers trasnochados. En la realidad es igual de jodido, pero por otros aspectos. Consiste en cultivar tu valor potenciando tu naturaleza y tus skills entendiendo que lo que tú haces bien es muy valioso. Está bien en plan de que amplías tu cartera de clientes potenciales: “si no me valoran aquí me iré a otro sitio en el que me valoren”. También cambias tu marco referencial: “los que me tienen que valorar son los clientes, ellos son los verdaderos jefes”, por lo que proteges tu autoestima.

Solo una pega. Amplías el rango de potenciales clientes teniendo más patas para la mesa, pero también amplías el rango de posible competencia. Y cuando digo ‘competencia’, no me refiero a gente que hace lo mismo que tu igual o mejor. Incluyo a la gente que hace cosas diferentes que igualmente satisfacen las necesidades del cliente –el jefe-.

Mientras seas tú quién elige, la cosa está bien

La buena noticia de todo esto es que tienes la opción de ser tú el que elija. Todas las opciones tienen su parte chunga, pero la gran ventaja es que al ser tú quien decide tu plan estrategico laboral, serás tú quién asumirá la parte negativa y no te sobrevendrá ella a ti

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