Hoy voy a hablar de amor.
Es que me hace mucha gracia cuando se relaciona el amor y las marcas. Todo el rollo ese de las Love Brands… No se si puede compararse realmente la relación de afecto que tienes con una persona y la que tienes con un concepto.
Para ello, me voy a basar en este modelo de niveles de afecto:

Voy a hacer el ejercicio de llevarlo a la relación con la marca.
Mi primera conclusión es que me cuesta separar la marca del producto. Es decir, creo que la relación se produce con una combinación del producto y sus características y del concepto y valores que hay detrás de la marca. A veces pesa más el producto, a veces pesa más la marca.

Vamos con ello:
- La neutralidad es la misma. Me da igual esta marca que otra.
- El feeling es cuando vas al lineal del supermercado a buscar un chocolate y en cuanto ves una marca o producto concreto, vas a el porque te da buen rollo.
- La atracción es cuando llegas al supermercado, no necesitas chocolate, pero te vas al pasillo a hacerte el encontradizo.
Hasta aquí creo que manda más el producto. A partir de aquí, creo que empieza a pesar más la marca. Probablemente, en las anteriores hay más call to action al acto de compra y según se ‘quiere’ más a la marca, pueden aparecer brand-lovers-not-consumers.
- La química es cuando compartes unos valores con la marca. Es una marca que te cae bien. Es probable que la prescribas si aparece en la conversación.
- Querer. Enhorabuena, ya entras en el mundo brand-lover. Probablemente seas un prescriptor activo. La mencionas en conversaciones descontextualizadas.
- El enamoramiento es cuando piensas con frecuencia. Me imagino que sucede cuando se desea algo que no se tiene y no se necesita -un iWatch, un determinado coche, etc.- o cuando se tiene algo que apetece usar frecuentemente -una prenda, un bolso, etc-
- La pasión es cuando se trasciende la ocupación mental y deseamos que la marca defina nuestra vida -Harley Davidson, por ejemplo-.
Pues sí.
Creo que me vale.
Además, creo que tiene en común que con el tiempo, el sentimiento se vuelve menos histriónico y más sereno. También creo que, según crece el afecto, se ven más los aspectos positivos y se opacan los negativos con lo que se es más permisivo con los fallos.
Sin embargo, hay algo propio de las relaciones humanas que creo que las marcas no han llegado a desarrollar y es lo que las hacen maravillosas: las personas te quieren de vuelta. Y es que el amor a la marca, no siempre es correspondido por ésta…
El reto está en dejar de hablar de ‘consumidores’ para pensar en las personas que hay detrás de la estadística, en ofrecer una respuesta única y honesta y en apostar por dar sin evaluar antes lo que vas a recibir a cambio.
Mientras tanto, estaremos esperando que el ‘Love’ venga solo en un sentido.
Creo que esta reflexión no queda aquí…
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