Hace falta más empatía en el mundo
La empatía es definida como la capacidad cognitiva de percibir lo que otro individuo puede sentir. Se trata de la empatía cognitiva. También está la empatía emocional que es descrita como un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra.
En el mundo de la comunicación y el marketing y en el mundo en general hace falta mucha más empatía. Quien me lee ya me ha escuchado hablar sobre ello.
¿cómo pretendemos comunicar si no sabemos ponernos en el lugar de la audiencia y sentir lo que ellos sienten?
Pues es sencillo. Lo pretendemos porque históricamente, con pocos canales de interlocución con la audiencia, el mensaje era prácticamente unidereccional y daba igual lo que el público sintiese, nosotros le hacíamos sentir. Los publicitarios éramos prácticamente dioses y lo mismo ocurría con los políticos.
Una de las cosas buenas del contexto actual es que el público se ha vuelto tremendamente crítico y ya no le valen nuestros slogans baratos. Tienen tantos impactos que han generado criterios e incluso la intuición que les hace “oler” lo que no es “real”.
Nos piden que les hablemos con hechos, sintiendo lo que ellos sienten.
Como dicen ahora los horteras: hay que tener el pulso de la ciudadanía y entender sus demandas.
La empatía no implica generosidad
Hay una profunda confusión que nos hace pensar que una persona empática es una persona generosa. Nada más lejos de la realidad.
Hace unos días, un amigo me hacía analizar a la gente empática que conocemos y nos dimos cuenta de que no hay mucha correlación entre la capacidad de ser empático y la generosidad. Es más, la gente empática a veces es gente egoísta. Me imagino que la gente que combina la empatía con el altruísmo acaba en los libros de historia junto a la Madre Teresa y a Gandhi, seguramente debido a la magnitud de su propósito personal.
Lo cierto es que la gente empática, no solo no es necesariamente generosa, sino que solo activa su percepción empática cuando le sirve para algún fin. Se tiene la capacidad -el potencial- de ser empático y solo se utiliza solo cuando hay una motivación.
La empatía no es un don, es un recurso.
La empatía es un recurso que se genera para salirte con la tuya
La empatía es una capacidad que usamos cuando queremos persuadir o influir en alguien. Somos empáticos porque, al sentir lo que siente el otro, encontramos mejor las vías para convencerle, influirle o seducirle y percibimos mejor cuándo lo hemos hecho.
Es un recurso que desarrollamos a lo largo de nuestra vida y un recurso tan valioso solo pudo desarrollarlo la gente que tenía mucho interés en obtener la recompensa; la influencia sobre otros. Tiene sentido pensar que la gente que más quería salirse con la suya, desarrolló habilidades mejores.
Ser empático requiere mucho esfuerzo, por eso la gente empática no lo es full time, lo es cuando le interesa. La gente empática muchas veces no participa en las reuniones profesionales o sociales e incluso las evita en muchos casos. No se alarmen, no es que no lo sepan hacer, es que no tienen nada que rascar.
Del mismo modo, la gente empática no es simpática cuando no maneja la situación. La utiliza para un fin y cuando no hay objetivos, no tiene sentido usarla.
Bien sea para que la audiencia me quiera más, para que mi libro sea exitoso, para proyectar mi interpretación en la película, para vender mi proyecto o para cualquier otro beneficio personal, la empatía es el recurso más potente del que disponemos.
La falta de empatía es una incompetencia
La conclusión es que quien dice que no tiene empatía no está manifestando la renuncia a una determinada sensibilidad, porque todos necesitamos este recurso tan valioso en un momento dado. Esta manifestando una incapacidad, una torpeza.
Trabajar en comunicación –bien sea marketing o política- requiere gestionar las percepciones, recuerdos y motivaciones y no ser capaz de percibirlos en otros es una grave incompetencia.
Es como ser monologuista y no saber cuándo le haces gracia al publico.
Y es que los marketinianos y los políticos tenemos tan poca gracia…
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