TRES CONSEJOS PARA COMUNICAR EN EL ESCENARIO

TRES CONSEJOS PARA COMUNICAR EN EL ESCENARIO

Últimamente se me acerca bastante gente después de una charla o presentación para pedirme consejos sobre cómo presentar sus proyectos. La verdad es que no tengo ni idea de cómo ellos pueden presentar mejor sus proyectos, porque esto es como ser gracioso, cada uno lo es en su registro.

Lejos de ayudarles, lo que si que ha sucedido es que me ha servido para tomar consciencia de lo que me funciona a mi y, bien por si le pudiera servir a alguien o para repasarlo yo de vez en cuando, he querido aterrizarlo en un post.

Me paro en tres sencillos aspectos: hay que tener un objetivo, hay que definir quién es nuestra audiencia y hay que tomar consciencia de nuestro rol.

Hay que tener un objetivo

Lo primero que hay que hacer es tener claro cuál es el objetivo. Solemos hacer presentaciones pensando más en el formato que en el objetivo.

No es lo mismo tener el objetivo de vender algo que conectar emocionalmente. En el primer caso, propio de productos técnicos, hay que comunicar claramente los beneficios que produce y en el segundo, más frecuente cuando transmitimos ideas, hay que buscar la conexión empática.

Imaginemos que somos un emprendedor que tiene un pitch de 5 minutos para contar su proyecto. Lo que solemos hacer es dedicar los 3 primeros minutos a contar cómo se nos ha ocurrido la idea, el esfuerzo que nos ha llevado materializarla e incluso describimos al equipo que trabaja en el proyecto… ¡Irrelevante!

En el primer minuto deben de quedar claras dos cuestiones: ¿qué beneficio aportamos? y ¿cómo lo hacemos?

Por otro lado, imaginemos que estamos compartiendo nuestra visión de la profesión. Los primeros minutos deben de estar destinados a crear clima y explicitar nuestros puntos de conexión con la audiencia. Nuestro objetivo, en este caso, es proyectar una solvencia profesional a una audiencia de potenciales clientes o contratadores.

Y esto nos lleva al segundo punto

Hay que definir quién es nuestra audiencia

No me refiero únicamente a saber quiénes son los tipos que tenemos delante, sean 20 o 200, que también. Eso se consigue pidiendo un listado de asistentes.

Me refiero a que, más allá, tenemos que determinar a quién nos interesa enganchar con el mensaje.

Volvemos a ser el emprendedor y nos enteramos de que, entre las 120 personas que asisten al concurso de start-ups, hay un business angel. En ese momento nuestra audiencia se ha reducido de 120 a 1. Es más, nuestro objetivo también ha cambiado, porque antes era ganar un concurso y ahora es levantar fondos por lo que, a lo mejor, deberíamos de sacar ese slide con los números que para el concurso no eran tan relevantes como la gran idea.

Ahora estamos otra vez compartiendo nuestra visión de la profesión. Nuestro objetivo realmente es transmitir unas capacidades y habilidades que hagan que mucha gente quiera trabajar con nosotros. Es ese caso ¿cuál es nuestra audiencia? No. No son los 120. Nuestra audiencia es la gente que está fuera de la sala. Nuestra audiencia debe de ser la más amplia posible. Para ello, debemos emocionar a esos 120 para que tengan ganas de, al salir, contarle a alguien lo que han escuchado. Para ello, debemos facilitar píldoras de contenido que sirvan a los asistentes para hablarles a un tercero sobre nosotros. Debemos enriquecer la narrativa sobre nosotros.

En las presentaciones internas ocurre igual. A veces nuestra audiencia es solo uno, el jefe al que queremos causar buena impresión en la gestión de la reunión.

En muchas convenciones vemos a directores que presentan ante toda la compañía pero en realidad solo se dirigen a los miembros de su departamento. Han perdido la oportunidad de que el resto de la organización comprenda su aportación de valor a cambio de hacer equipo, cosa que podrían hacer en otro momento.

Hay que tomar consciencia de nuestra irrelevancia

Como dice Franco Soldi: “It’s all about them”.

La mejor forma de tener foco y quitarnos presión en el escenario, es tomar consciencia de nuestra irrelevancia. Yo llegué a esa conclusión un día en el que tenía una entrevista en televisión que me ponía un poco nervioso. Me puse a pensar y llegué a la conclusión de que yo no tenía la menor importancia. Lo que le importaba a la audiencia era la información del evento sobre el que me entrevistaban: qué iban a encontrar, los horarios, cómo conseguir invitaciones,… Nadie, absolutamente nadie, se iba a acordar de mi.

Cuando te das cuenta de ello, te da igual tener tics, no dominar el inglés, estar sentado o de pié o incluso que se estropee la presentación, porque lo único que te preocupa es que el mensaje llegue a la audiencia.

Cuando van actores españoles a los talk shows, los ves mirándose permanentemente en la pantalla de retorno a ver si salen bien, midiendo lo que dicen y tratando de controlar la situación. Cuando va un actor americano, lo importante es el show y hará lo que tenga que hacer para que lo que llegue a la audiencia sea divertido, emocionante o relevante. Ellos entienden perfectamente cual es su rol.

Esto vale para todo

En definitiva, tener claro el objetivo, definir la audiencia y tomar consciencia de nuestro rol es algo que nos ayudará en cualquier proceso de comunicación, de uno a uno o de uno a miles.

Espero que te sirva un poco

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