Es muy curioso como predomina el uso, como tiempo verbal, del futuro simple. Yo más bien lo llamaría el futuro simplón, porque no tiene sustancia, no tiene fondo ni requiere compromiso.
«Nos sentaremos para ver la solución al problema» es la típica frase que, mentalmente, nos libera de la obligación de resolverlo. De esta forma «el lunes me pongo a dieta» libera las mismas endorfinas que el hecho de haberse puesto a dieta y estar adelgazando.
Lo que quiero decir es que abusamos de anunciar lo que vamos a hacer en la misma medida en que nos olvidamos de hacer las cosas de verdad. Hace tiempo que le digo a la gente que me rodea que no me hablen en futuro, que me hablen en pasado. En lugar de «mañana haré la presentación» prefiero que me digan «no he hecho la presentación porque estuve haciendo esto otro» porque en el proceso de verbalizarlo así, probablemente se den cuenta de que han priorizado lo que no era prioritario.
Somos una sociedad que vivimos más de decir lo que vamos a hacer que de hacerlo de verdad. Peor aún, después de decirlo, generamos la misma satisfacción que si lo hubiésemos hecho.
En lo que a mi respecta, mi compromiso es que, a partir de ahora, hablaré en tiempo pasado .
¿os habéis dado cuenta? otra vez el futuro simplón: «…a partir de ahora, hablaré en tiempo pasado…»
¿Veis que fácil es caer en prometer las cosas para liberarse del compromiso?
Lo que debería decir es que hace meses me comprometí a hablar en pasado y lo he mantenido y mientras no pueda decirlo…mejor me callo.
No caigáis en la trampa.
El mundo es de los que hacen, no de los que dicen que van a hacer
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