Durante la Segunda Guerra Mundial, el Servicio de Operaciones Especiales británico tuvo una idea disruptiva. En las fábricas de armas alemanas, cuando los obreros alimentaban las calderas, metían paladas de carbón o de leña sin discriminar lo que hubiese mezclado en ello. Con frecuencia, las ratas muertas acababan ejerciendo de combustible.
El plan del SOE era filtrar entre el carbón ratas muertas que serían previamente rellenadas con explosivos lo que provocaría daños directos en los operarios pero, sobre todo, en las maquinarias parando así la producción.
Un miembro de inteligencia británica se hizo pasar por un investigador universitario adquiriendo 100 ratas que fueron abiertas, vaciadas, rellenadas con explosivo y vueltas a coser. Ese primer cargamento zarpó hacia las costas francesas para ser distribuido entre las fábricas nazis.
Pero el plan fracasó. El cargamento fue interceptado por los alemanes desvelando la trama.
Todo acabó ahí.
En realidad no.
Lo cierto es que los alemanes no sabían si ese era el primer envío o el siguiente de muchos y provocó una psicosis en las fábricas que activó medidas de precaución que ralentizaron y, en algunos casos paralizaron, la producción.
Conclusión
- En el proceso de innovación es necesario partir de la disrupción pero también de un objetivo claro y un buen insight.
- La innovación requiere un plan en el que todos los pasos son importantes: la adquisición de las ratas sin dejar rastro, el tipo de explosivo, la distribución, etc.
- La innovación siempre está expuesta a contingencias que pueden frustrar el proyecto. Si no eres capaz de asumirlo, no te metas.
- Aún así, hay efectos colaterales que pueden provocar un efecto mariposa que, sorprendentemente, lleve al éxito
- Cuando esto pase, no te tires el moco. No armes un caso de éxito porque fue casualidad.
- Tu mérito estuvo en intentarlo, que no es poco
.
.
.